Críticas de espectáculos

Divinas Palabras. CDN

DIVINAS PALABRAS. Teatro Valle-Inclán. Autor: Ramón Mª del Valle-Inclán. Dirección: Gerardo Vera. Versión: Juan Mayorga. Intérpretes: Emilio Gavira, Gabriel Garbisu, Julia Trujillo, Julieta Serrano, Alicia Hermida y Sonsoles Benedicto, entre otros. DIVINO EXCESO. Siempre es un feliz acontecimiento la inauguración de un nuevo teatro. En esta ocasión, es el Centro Dramático Nacional el que abre las puertas de su segunda sede, la antigua Sala Olimpia. Hoy, Teatro Valle-Inclán. Precisamente, una de las grandes obras del Padre del teatro moderno, ha sido la elegida por el director del Centro y, a la postre, director del montaje, para ello: “Divinas Palabras”. El talento del genial dramaturgo, el mundo misterioso y enigmático que envuelve el argumento de esta obra, los personajes que se mueven sobre el escenario de este nuevo teatro y conducen al presente sus palabras, quedan en un segundo plano. Porque todo, en esta puesta en escena, es excesivo. Son excesivas las voces de los actores, no hace falta gritar de ese modo; estos no actúan, sobreactuan… ¿por qué? Parece que huyen de algo, algo terrible y monstruoso… ¿por qué? La escenografía es tenebrosa, con un árbol enorme que sube, desaparece y vuelve a bajar… rica en truenos, relámpagos, nieblas, luces truculentas… Si el texto ya es excesivo, si ya se nos pone ante los ojos un mundo recóndito, misterioso, asfixiado por la superstición y saturado por las miserias humanas, que no son pocas… No podemos inyectarle una dosis adicional de “exceso”… porque si ese mundo es difícil de asimilar, si ese mundo resulta poco creíble… Lo que encontramos sobre el escenario de este nuevo teatro es paradójico, cuando menos. Las “palabras divinas” de Valle-Inclán se pierden en un montaje tétrico, apoyado en unos buenos actores que, en esta ocasión, no lo hacen bien, porque cruzan descaradamente la delgada y frágil línea que separa la verdad de lo irrisorio… Sería injusto, meter en el saco a todos… Emilio Gavira es el único que, prudentemente, se queda en el territorio de la actuación estremecedoramente veraz.


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