¿Dónde estás, Ulalume, dónde stás?/Alfonso Sastre/Pérez de la Fuente Producciones
El ritmo del habla
Obra: ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?
Autor: Alfonso Sastre
Intérpretes: Chete Lera, Zutoia Alarcia, Camilo Rodríguez
Escenografía: David de Loaysa
Vestuario: Javier Artiñano
Iluminación: Satori
Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente
Producción: Pérez de la Fuente Producciones
Teatro Auditorio Adolfo Marsillach –San Sebastián de los Reyes – 27-01-07
Edgard Allan Poe colocado al borde de un abismo. Sus últimos días en Baltimore. Su paseo por los infiernos. ¿No dijo Sartre que el infierno eran “los otros”? El infierno puede estar en uno mismo, pero necesita de los otros para verse reflejado. El destino como una poética de la resurrección. De caída en caída, con la atracción fatal de esa sima que forma parte de la misma existencia, que convive con la pulsión de vida. La pulsión de muerte. O para establecer el correlato con Alfonso Sastre: una visión agónica del ser humano para aplicar una praxis.
El escritor, su personalidad, su cosmovisión y su paseo por el delirio producido por una afición al alcohol más allá de toda consideración clínica. Más allá de la realidad, como una llave que abre unas puertas donde habita la fantasía, es decir el terror a la propia capacidad humana para vivir experiencias fuera del tiempo. Y aquí sastre utiliza esa situación extrema para mostrarnos la vida, la agonía, pero la resurrección, aunque al final, como en todo ser vivo, se encuentre la muerte física, la desaparición del cuerpo, pero con el legado de la obra.
Un texto brillante, una obra intrincada, un lenguaje claro y expresivo, de alta calidad, con esas gotas de humor que se disfrazan de ironía. Los personajes no se entienden porque unos hablan muy rápido y porque otros hablan muy lento. El ritmo del habla, la dicción, la palabra debe ser en escena prístina, cargada solamente de las intenciones poéticas. Y se logra. Chete Lera hace un buen trabajo. Lo encontramos en algunos pasajes tenso, como temeroso por la gran responsabilidad, pero se superó. Con gran presencia escénica, hablaba lento, muy lento, muy claro, incluso en su degenerativa borrachera y su paseíllo hacia el deliriums tremens consigue apuntar al personaje por encima de cualquier exceso.
Zutoia Alarcia, exuberante en algunos pasajes, haciendo todas als mujeres de la obra, modulando voces, hablando rápido. Mostrando la parte más cálida de los personajes femeninos y un tercer actor, Camilo Rodríguez, sirviendo a todo el resto de personajes masculinos de una manera realmente perfecta, fue un buen descubrimiento el trabajo de este actor. Un muy equilibrado reparto, dirigido con claridad por Pérez de al Fuente, en un espacio escénico bastante útil, en metal oscurecido, quizás formando una alegoría de túnel, y con una iluminación que en ocasiones aporta elementos de complementariedad dramática a la escena. Una excelente obra de teatro, realizada con calidad y que debe tener una larga vida en los escenarios.
Carlos GIL