Críticas de espectáculos

“Eileen Shakespeare/Teatre Tantarantana

Eileen en el tiempo

 

Obra: “Eileen Shakespeare”  – Autor: Fabrice Melquiot. Compañía: Teatre Tantarantana – Intérprete: Elena Fortuny – Dramaturgia: Albert Tola – Escenografía: Marta Gil y Cristina Ayala – Iluminación: Sylvia Kuchinow. Espacio sonoro: Laura Teruel –  Dirección: Marta Gil Polo- Dirección: Marta Gil Polo – Teatro Arbolé (Zaragoza) –  23 de octubre de 2009.

Teatro Arbolé acogió, en su sala del Parque Metropolitano del Agua, “Eileen Shakespeare” de Fabrice Melquiot, producida por la compañía barcelonesa Teatre Tantarantana. No fue mucho el público (sí sus aplausos) que acudió a ver un espectáculo que, sin duda, hubiese merecido una mayor respuesta por parte de los espectadores. Melquiot nos propone en su obra la siguiente situación: Eileen Shakespeare, hermana de William, abandona Stradford dejando a su marido y su hijo, para viajar a Londres y dedicarse al teatro como autora y actriz. Pero Londres no la recibe igual que recibió a su hermano. Sólo los hombres y las prostitutas tienen cabida en su escena. Y Eileen entregará su vida para cambiar su propio destino y la historia de los hombres y mujeres.

¿Cuántas Eileen Shakespeare ha habido y sigue habiendo hoy en día? El texto, alejado de la palabra ligera, tiene su mayor acierto en la huída que hace de cualquier tipo de psicologismo. Fabrice Melquiot vierte el mundo interior del personaje a través de un estallido de imágenes y simbolismos, y lo hace con un lenguaje cuidado, poético y sugerente. La escenografía recrea un mundo onírico, el universo mental de Eileen, universo que, más que al interior de un personaje, nos lleva a un viaje en el tiempo y en la historia que arranca en el siglo XVII y concluye en el XXI. Objetos tan cotidianos como los zapatos, son los elementos que nos transportan por esa travesía. Así, Simone de Beauvoir, Margerite Duras, Virginia Woolf, Fátima Mernisi, Arundhati Roy o Doris Lessing, como mujeres que han sido o son paradigmas de la voz intemporal de Eileen, se hacen presentes a través de sus zapatos. Y William, su hermano, y John, su marido, y…

Ese interesante y singular uso de los objetos (el zapato cobra una doble dimensión sobre la escena, como tal zapato y como elemento dramático que simboliza personajes) se convierte en el eje en torno al cual gira una puesta escena que maneja bien el ritmo, hace una buena y dinámica utilización del espacio, y plantea una expresividad fronteriza con la danza. Pero nada de eso se convertiría en algo real, perceptible, palpable, de no ser por el sobresaliente trabajo actoral de Elena Fortuny. Físico, gestual, radiante de corporalidad y creador de esa corriente que conecta escenario y sala haciendo que Eileen venga en el tiempo, efectivamente, hasta nosotros.

Joaquín Melguizo

Publicado en Heraldo de Aragón, lunes 26 de octubre de 2009.


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