“Ejercicios de amor”/ El Pont Flotant
Ilusionante
Obra: Ejercicios de amor. Creación colectiva. Compañía: El Pont Flotant. Intérpretes: Álex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons. Iluminación: Marc Gonzalo y Álex Cantó. Escenografía, Vestuario y dirección: El Pont Flotant. Teatro de la Estación (Zaragoza). 6 de mayo de 2010.
En ese terreno en el que el teatro juega a desdibujar sus fronteras con la realidad y en el que los personajes se esconden tras la máscara de los actores, El Pont Flotant ha cocinado una propuesta brillante, sugerente, imaginativa y muy bien construida. Los ingredientes son el humor, la ternura, la complicidad, la cercanía, el juego, el happening, el rigor y la sinceridad en el trabajo escénico y actoral, la solidez dramatúrgica, la sorpresa, una gran dosis de inteligencia teatral y una ingente cantidad de ilusión. En su doble acepción: como mentira, como ficción y como deseo, como anhelo. El resultado de todo esto es “Ejercicios de amor”, un espectáculo creado de forma colectiva que nos introduce en una experiencia en torno a la necesidad de amar y sentirse amado y a la manera en que el amor está presente en nuestras vidas. No sólo en las relaciones de pareja, sino también en la amistad, con las cosas o incluso con los desconocidos.
Una experiencia que envolvió y conquistó (sólo había que observar sus caras para verlo) a unos entregados espectadores. Una lección sobre las fases del amor, unos cuerpos que se buscan, que se abrazan hasta formar un solo ser, mientras acaso un ángel toca el piano desde el cielo, un “nunca te olvidaré”, un beso, un “no me imagino la vida sin ti”, un jugar a “atrevimiento, beso o verdad” a la luz de un farol, una riña, una boda entre tres mientras nos empapa la voz profunda y rasgada de Tom Waits, una celebración en la que el público es un invitado que comparte el espacio, la risa, la emoción y la vida misma con los artistas, un ramillete de momentos entrañables. Todo eso es “Ejercicios de amor”.
Magnífico el momento del cambio de vestuario. Sublime y emocionante el de la canción de Tom Waits. Lúcido el uso del espacio, el manejo del ritmo, su enternecedor final, el modo en que se crean las distintas situaciones y la manera en que se resuelven. Sobresaliente el trabajo interpretativo, lleno de vitalidad, de autenticidad y de honesta entrega. No se resistan a cruzar este puente flotante, sostenido por ese aliento único del teatro, capaz de crear vida y verdad, porque al otro lado les espera una deliciosa y cautivadora ficción teatral. Una propuesta sencillamente imprescindible.
Joaquín Melguizo
Publicado Heraldo de Aragón 8-05-10