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El acceso a las artes escénicas

Vivo en Vigo, una ciudad que compite con Nueva York en las luces de Navidad. Sin embargo, para poder ver variedad de espectáculos, de manera regular, necesito coger el coche, llenar el depósito de gasoil, contaminar y gastar dinero en autopistas.

Para ver ópera, esta semana pasada, tuve que ir a A Coruña, donde la Asociación de Amigos de la Ópera de esa ciudad, en su 71 Temporada Lírica, ha programado dos óperas este año. En Vigo también tendremos dos óperas en todo este año. El domingo he cogido el coche para ir hasta el Theatro Circo de Braga (Portugal) para ver la versión de ‘La Tempestad’ de William Shakespeare con la música de Jean Sibelius, dirigida por António Pires, de Teatro do Bairro de Lisboa, en coproducción con la Companhia de Teatro de Braga, Kyiv National Operetta’s Theatre e São Luiz Teatro Municipal de Lisboa.

Hay fines de semana en los que el viernes estoy en una ciudad, el sábado en otra y el domingo en otra.

Por semana las artes escénicas en Galicia no existen. Los teatros y auditorios son sitios vacíos, sin vida, que solo abren sus puertas uno o dos días a la semana, para servir como mostradores, como lugares de exhibición. No son espacios habitados por las/os profesionales de las artes escénicas, no suelen acoger, por lo general, ni residencias ni otras actividades relacionadas con el teatro, la danza o el circo.

Mis derechos de acceso regular a la cultura y a las artes escénicas en particular, como ciudadano de Vigo, son mucho menores que cuando, durante diez años, fui ciudadano de Barcelona. Preguntémonos por qué y planteémonos si esto es justo. ¿Será porque los administrados de Galicia y sus ciudades no le hacemos ver a nuestros administradores, democráticamente elegidos, la necesidad de tener acceso a las artes escénicas de manera regular, dentro de la oferta pública, pagada con nuestros impuestos?

Nuestros administradores deciden que el dinero público va para unas cosas y no para otras, por ejemplo, las luces de Navidad. Imagino que lo hacen pensando en la rentabilidad que eso puede reportarles en popularidad, en votos, y quizás en retorno económico, con los visitantes y el consumo que puedan hacer en los establecimientos de la ciudad.
Pero esto implica pensar que la oferta de artes escénicas no puede ser popular y no puede atraer a las personas, como acontece en otras ciudades del mundo, que gozan de un prestigio especial gracias, precisamente, a su oferta de artes escénicas, museos, etc., alrededor de la cual hay todo un amplio sector servicios de calidad.


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