Críticas de espectáculos

El Acompañamiento

EL ACOMPAÑAMIENTO. Sala Tribueñe. Autor: Carlos Gorostiza. Director: Nacho. A. Llorente. Intérpretes: Luis Mottola y Pablo Centomo. TERNURA, SUEÑOS, LIBERTAD… En una época gris, triste y desolada, la poesía se alzó majestuosa, pintando sueños con el color indeleble de la ternura, haciendo libres a quienes el presente atenazaba cruel y despiadado. Carlos Gorostiza, en 1981, escribió un poema, una fantasía emocional que tituló “El Acompañamiento”. En esta pequeña gran obra, dos perdedores (Tuco y Sebastián) intentan huir de su fracaso abrazados a un sueño. Dicen que si sueñas algo con mucha intensidad, ese algo puede convertirse en una realidad maravillosa cuando menos lo esperas… Así lo hace Tuco (Luis Mottola). En esa hora breve e intensa, todos esperamos la aparición del acompañamiento deseado. Él sólo necesita un buen acompañamiento para volar, para convertirse en “Carlos Pavarotti”, para convencer de su locura a una familia que le exige su salida de un universo, de un refugio, de un mundo que se revela, inocente, frente a una realidad que nos golpea en blanco y negro. Sebastián (Pablo Centomo) es el amigo incondicional. El Triunfador… Que sólo tiene la lealtad, la fidelidad y el amor para dar a un hombre que se niega a abandonar un ayer lleno de proyectos frustrados y mañanas hermosos. Sebastián es el acompañamiento que esperaba Tuco cuando se dejó engañar por alguien que se hizo llamar “amigo”. Es su otro yo. Quien ha luchado, quien ha afrontado la realidad, el fracaso, la represión, hasta que decide soñar una vida prestada en la piel de un viejo smoking y una pequeña guitarra; la idónea para sus dedos, un poquito cortos. “El Acompañamiento” fue uno de los muchos rostros que probaron el poder de la libertad en una época de represión; una de las muchas voces que nos recordaron que todos juntos, somos más que la suma de cada uno de nosotros; una de las muchas joyas que, en manos de grandes artistas y generosas almas, nos hicieron amar el teatro, como somos capaces de amar nuestra propia vida. Nacho A. Llorente, director de este montaje, le ha querido dar un matiz más sentimental, más evocador a este fugaz sueño. Ha querido remover las emociones de un público que se entrega desde la primera nota del tango que tararea, una y otra vez, Tuco, “Viejo Smoking”. El pasado de estos dos hombres es tangible, se hace presente, se hace “hoy” a nuestros ojos en un juego teatral magnífico. Pablo Centomo y Luis Mottola son estos dos perdedores que triunfan en su sueño… En nuestro sueño, diría yo. Dos magníficos actores que nos llevan de la mano a través de un texto y de una puesta en escena, esencialmente, hermosa. Ternura, sueños, libertad… Tres palabras y un homenaje, para recordar que siempre es buen tiempo para volar, para luchar y para no rendirse.


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