El arte en apuros
Actividades que tradicionalmente se hacían al amparo de la planeación, la paciencia, la reflexión, el análisis, el ensayo, laconstancia, la improvisación dirigida, etc, y cuya responsabilidad con el desarrollo de la sociedad y su explicación era comprobada, como por ejemplo, el arte, se han visto forzadas a proveerse de audacias, para sobrevivir, y en ese forcejeo han ido descendiendo a niveles muy bajos de desacato a la razón, a la lógica y a la responsabilidad argumental, porque a falta de contenidos se han dedicado a generar actos de impacto, para conmover momentáneamente a sus espectadores.
Tradicionalmente el arte ha tenido la tarea de despertar inquietudes, para trazar objetivos y ayudarnos a comprender la naturaleza social y nuestro compromiso de volverla cada día más flexible, y para hacer esto, el arte se ha valido de procesos cuya consolidación a lo largo de los años se ha producido gracias a la aplicación de la constancia y la disciplina, a la disposición de entender los errores como parte del mismo proceso y no como equivocaciones sin remedio, a la decisión de continuar el ensayo hasta encontrar el camino, y a la tarea de explorar el cuerpo y la mente, con el fin de establecer un diálogo y buscar el equilibrio entre lo sensorial y lo reflexivo.
La contemporaneidad ha ido modificando, de manera subrepticia, la razón de ser del artista y de la actividad cultural, obligando a uno y a otra a cambiar de punto de vista, y a convertir su actividad en un suceso más de entretenimiento, cuyo fruto, la diversión, pueda ser consumido en el momento en que se está produciendo la acción, porque tanto la concepción tradicional del papel del arte en el desarrollo social, y las consecuencias favorables que provoca dentro de una sociedad un proceso cultural estable, son dos situaciones que se convierten en un estorbo para adelantar cualquier proceso de uniformidad en que se halla empeñada la globalización.
Los artistas no han estado exentos de la influencia ejercida por los modelos impuestos por el mundo actual, para garantizar el ascenso social, como la competencia sin límites morales, la audacia, la aventura teórica, el maquillaje, la improvisación sin objetivo, la ausencia de análisis, el desgano por la reflexión, la inconstancia, la zancadilla al otro, el tráfico de influencias, etc, y por esa razón, muchos de quienes se ejercitan en el arte andan haciéndose preguntas acerca de cómo cambiar los esquemas de creación y sus objetivos, para ajustarlos a las exigencias actuales, y como no tienen respuestas razonables, han entrado en el camino del desespero y están haciendo lo que pueden para impactar al público y permanecer vigentes.
Todo acto en materia de arte que suponga la realización de un proceso, riñe de entrada con el concepto de inmediatez, implícito en cualquier acto actual, pues el tiempo también ha dejado de ser un aliado de la búsqueda, porque una tendencia de lo actual es suprimir en éste las expresiones antes y después, para que no opaquen la esencia contemporánea de todo producto cual es ser y desaparecer de manera simultánea, porque cada vez se hace menos necesario dejar constancia de los hechos.
El arte no ha sido ajeno a la desnaturalización a que han empezado a ser sometidas las acciones conexas con el desarrollo del pensamiento, desde cuando se comenzaron a imponer teorías como la del fin de la historia y de las ideologías.
El arte se halla en apuros, porque hoy en día todo cuanto se hace, está expuesto a la instantaneidad, y el arte es algo que necesita tiempo.