El arte no vende ni se vende
Aunque muchos ortodoxos declaren que el verdadero arte no vende ni se vende.
Paciencia.
Tiempo al tiempo.
La realidad de tener que sobrevivir terminará por imponerse a los ideales de creadores anti sistema que quiéranlo o no, tienen que comer y si bien el espíritu puede nutrirse de la creación pura, el físico tarde o temprano reclamará lo suyo con un crujir de tripas insoportable.
Demonizar al dinero no parece sano si se necesita para sobrevivir en la sociedad contemporánea.
¿Auto cultivo de supervivencia?
Quizás, aunque solo de cannabis y no más de cinco plantas, al menos en chile donde estúpidamente es legal vender todos los insumos para el auto cultivo y el consumo pero no así la comercialización del cannabis propiamente tal.
Ha pasado tanto tiempo de habernos transformado en seres urbanos que hemos perdido completamente la capacidad de auto sustentamos pero lo que no hemos perdido ni perderemos jamás, es la capacidad de crear.
Todos podemos crear y algunos privilegiados no solo pueden hacerlo sino que necesitan hacerlo.
Aquellos que no pueden vivir sin la creación, lamentablemente tampoco pueden vivir sin el dinero. El trueque parece poco efectivo y los mecenas desinteresados andan de paseo con papá Noel y el ratón de los dientes en la isla donde viven Elvis Presley y Hitler.
Los artistas no suelen ser muy diestros en el manejo del dinero y menos en la obtención del mismo y es ahí donde el estado que en teoría somos todos, debe intervenir.
Al ser chileno, la experiencia de mi país es la que más conozco.
Durante la dictadura militar que a nosotros nos parece más cercana de lo que realmente es, como los artistas siempre están en contra del poder establecido ya sea de izquierda, centro o de derecha, y sobre todo de una dictadura, los gobernantes pretendieron silenciar a los artistas eliminando todo tipo de subvenciones y dándoles tribuna en los escenarios posibles, solo a quienes comulgaban con los militares o al menos no se manifestaban en contra de ellos.
Como consecuencia, muchos tuvieron que tomar otros caminos de supervivencia ya sea por opción obligada o por imposición.
Muchos no han olvidado que durante la época más dura, estar en contra aseguraba una beca del estado para hacer vida en el extranjero. Así llaman los propios exiliados políticos a su condición.
Lamentablemente para que los efectos de la dictadura militar no sean olvidados sino para que pasen a formar parte de nuestra dolorosa historia reciente, todavía tienen que pasar algunas generaciones. Dada esta realidad indesmentible, actualmente se dio vuelta la tortilla y a los artistas de los años 80, independiente de su calidad artística, parece habérselos tragado la tierra. No solo a los simpatizantes del régimen militar sino también a quienes no se manifestaron abiertamente en contra de ellos.
Es difícil pensar en un arte sin compromiso social y por tanto sin opinión en contra de un régimen dictatorial pero mi pregunta es si eternamente funcionaremos regidos por la ley del Talión en la que a mi parecer todos perdemos.
No puede ser que por manifestarse pacíficamente a través de las armas del arte un creador sea premiado o crucificado.
Hoy en día las subvenciones económicas han vuelto pero subsiste la duda si las asignaciones son por un estricto estudio de antecedentes y méritos artísticos o por afinidades o desavenencias con tal o cual pensamiento político.
Espero que así como el agua siempre termina por abrirse paso superando con paciencia cualquier barrera impuesta, el arte se abra camino para ser la más pura manifestación del sentir humano.
Que el arte no vende ni se vende puede ser algo discutible pero sin duda sobrevivirá.