Críticas de espectáculos

El automóvil gris/Compañía Nacional de Teatro de México

Doblaje interpretativo
Obra: El automóvil gris
Intérpretes: Sofía González de León, Irene Akiko Iida, Ernesto Gómez Santana
Vestuario: María Rosa Manzini
Dirección: Claudio Valdés Kuri
Producción: Compañía Nacional de Teatro de México
Sala Tía Norica –Cádiz – 20-10-02 – Festival Iberoamericano de Teatro
Es anecdótico que se presencien dos obras de teatro seguidas, una chilena y otra mexicana, cuyo material dramatúrgico primario es una película de principios del siglo XX, cuando el cine era balbuciente, inestable la imagen y el sonido inexistente. En este caso se trata de darle voz a la película siguiendo una tradición japonesa llamada “benshi”, y la película elegida es la misma del nombre de la obra dirigida por Enrique Rosas en 1919, un clásico del cine mudo mexicano que cuenta unas historias basadas en hechos reales, mostrando las andanzas de una banda de asaltadores, los policías que les persiguen, con un tratamiento visual cercano al cine verité. Quizás el homenaje al filme interese desde el punto referencial, pero teatralmente, al menos para quienes desconocemos el valor del filme, lo importante es el espectáculo que se nos ofrece.
Y es un trabajo minucioso, muy sutil, que solamente se entiende al final de las dos horas, y que consiste en jugar con idiomas, diálogos, reinterpretaciones, que van haciendo según ese estilo japonés, con una actriz japonesa, que empieza precisamente a narrarnos la historia en japonés y avanzando los minutos suelta alguna exclamación en español. Después todo se va haciendo en español, pero se juega a la distancia y a la pasión. Interpretan distintos papeles, con técnica vocal preciosistas, pero también hacen comentarios propios, dándole otro punto de vista más. Y, además, siguiendo los usos de la época, hacen números de variedades para animar en los descansos. Un pianista crea un ambiente sonoro donde se sustentan las interpretaciones. Y pese a momentos de incertidumbre y sorpresa mantenida, hacia el final se descubren todas las claves y se puede disfrutar de un delicado juguete teatral de homenaje al cine mudo.
Carlos GIL


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