Rebel delirium

El Bristol más circense

«Circus Futures» es un encuentro entre profesionales, mayoritariamente británicos, del ámbito de las artes circenses: programadores, agentes públicos y privados, salas de exhibición, artistas, etc. Todos reunidos durante dos días con el objetivo habitual en este tipo de reuniones: compartir experiencias y crear red. El evento tiene una periodicidad variable y no siempre se celebra en la misma ciudad. De hecho, la última edición fue hace 5 años en Londres. Este año se ha celebrado en Bristol, una ciudad por lo visto muy circense.

Hubo una parte téorica y unas sesiones prácticas (showcase), en las cuales algunas compañías mostraban fragmentos de sus trabajos. La parte teórica fue bastante variada: ponencias, sesiones en pequeños grupos, presentación de festivales e instituciones europeas relacionadas con el circo, charlas con compañías que contaban sus experiencias personales y que aprovechaban la oportunidad para exponer sus preocupaciones ante los responsables públicos, etc. Se habló de los «grandes clásicos» y salieron las grandes preguntas: cómo generar nuevos públicos, cómo mejorar la red y el intercambio entre los diferentes espacios que programan circo, cómo mejorar la distribución de los espectáculos, etc. Francesca Martello, payasa y malabarista, se preguntaba, en petit comité, si servían de algo estos encuentros. Desde la óptica de las compañías, es verdad que en este tipo de reuniones se vende poco. Hasta en las ferias especializadas se vende poco, in situ. Pero es importante que estén allí, se irán con las manos vacías, pero a lo mejor dentro de unos meses reciban alguna llamada interesante. Entre los gestores, todos avalaban la necesidad este tipo de encuentros.

Salieron muchas cosas y supongo que la organización las resumirá en algún tipo de documento. De las muchas reflexiones, señalo una que a lo mejor también sirva para el ámbito ibérico. Una de las participantes comentaba que, cada vez más, el circo contemporáneo tiene conexiones más evidentes con la danza o con las artes visuales y que los espectáculos ahora cuentan con mejores dramaturgias. Hay que convencerse, decía ella, para que los teatros convencionales se lancen también a programar circo y no se escondan bajo el argumento de la excesiva complejidad técnica, porque en la mayoría de los casos no es más que una excusa.

En uno de los descansos, conozco a Max Calaf, un artista de circo especializado en cama elástica. Max es de la ciudad de El Vendrell (Tarragona) y en 2007 se mudó a Londres para completar sus estudios en la prestigiosa escuela «The Circus Space». Me comenta que en el centro no había ningún profesor especializado en su disciplina y que por lo tanto tiene la sensación de no haber mejorado mucho su técnica. Aun así, afirma que el balance es positivo, que tuvo profesores de otras disciplinas muy buenos (como los de acrobacia) y que la escuela le ayudó bastante en el momento de crear sus propio espectáculo. También me comenta que allí aprendió mucho de la parte más teórica o histórica del oficio: las grandes tendencias estéticas de las artes del siglo XX, la historia de la danza, la evolución de las coreografías, etc. Después de haber visto los primeros showcases, Max reconoce que se muere de ganas de actuar, pero se muestra un tanto crítico con este formato puesto que uno dispone de muy poco tiempo. «¿Cómo construyo mi personaje en tan sólo 10 minutos?», decía.

Mike Ribalta, que representa a Fira Tàrrega y que por cierto es el único congresista que viene de la Península, me presenta a Emma Homes, de la compañía «Los Fandangos», afincados durante un tiempo en Tiana, un pueblo cerca de Barcelona. Ahora viven en Bristol, o más bien en el puerto de Bristol, donde se acaban de comprar un «narrowboat», esta barca larga y estrecha tan típica de los canales británicos. Éste es ahora su nuevo hogar. Emma me enseña la barca ilusionada con los ojos brillantes de quien empieza una nueva aventura. Mientras tanto, su pareja y segundo de la compañía repara los interiores de la embarcación y me los enseña con orgullo. Allí, en el puerto, lejos de la sala de reuniones de los expertos, veo la esencia de la compañías de circo de siempre. Valentía, nomadismo, penurias, caravanas (en este caso flotantes), gente muy libre…

Los showcases de «Circus Futures» se realizaron en tres espacios, dos de los cuales realmente muy singulares. El más espectacular era sin duda «Circomedia», un centro circense situado dentro de una iglesia del s.XVIII, concretamente en St. Paul Church. La iglesia tiene una única nave y está reconvertida en un espacio equipado al máximo para la práctica del circo. Las mismas escaleras que conducen al campanario, también llevan a una grada superior, desde donde la perspectiva es muy sorprendente. ¡No es nada habitual ver ejercicios de trapecio o telas con un altar y un vitral como telón de fondo!

La compañía «The invisible Circus», después de haber estado deambulando por diversos espacios de Bristol, parece que ha encontrado una nueva sede. Le llaman «The Paintworks», y aunque está un tanto polvorienta, sin duda es un espacio con muchas posibilidades. Allí fue donde vimos algunas representaciones más. El tercer espacio de los showcases fue en el Teatro Arnolfini, éste sí, un espacio escénico convencional.

Me voy de Bristol con muy buenas vibraciones sobre la escena circense y con ganas de dejarme llevar un poco más por la corriente de los canales del circo contemporáneo británico.


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