El Caballero de Olmedo. CNTC.
El fatal destino
Obra: El Caballero de Olmedo
Autor: Lope de Vega
Versión: Daniel Pérez y José Pascual
Director: José Pascual
Escenografía: Ana Garay
Intérpretes: Israel Elejalde, Chema Muñoz, Ester Bellve, Ruth Salas y Carlos Domingo, entre otros
A partir de una leyenda, de una cancioncilla, de un mito romántico y misterioso, surgen los versos de Lope. Surge la tragedia de un destino fatal, previsible e impasible a la fuerza del amor.
La nueva coproducción de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Centro de Producción Teatral de Castilla y León, recuperan para el gran público “El Caballero de Olmedo”. Abren las páginas de los fatales presagios, de las grandes historias, de las hermosas palabras grabadas en la sagrada memoria de nuestra literatura. José Pascual, director del presente montaje, juega con el fatal desenlace, nos invita desde un principio a una especie de intriga misteriosa y romántica. La música y la luz, deambulan, sinuosas, entre los diversos espacios, a partir de los cuales se desenvolverá la trama y el desenlace. Algo sobrenatural se respira en torno al Caballero, “La flor de olmedo”, de forma constante, hasta hacerse tangible en el monólogo que precede a la trágica decisión que lo conducirá, de forma irremisible a su final. “Un monólogo de similar entidad al de Hamlet” nos confesaba su intérprete, Israel Elejalde. Impecable en el personaje principal de la tragedia que nos ocupa. El caballero, de noble cuna… Aunque por razones desconocidas, de ignorado origen… Punto determinante, sin el que no habría leyenda.
Un amor imposible, unos celos letales, la incapacidad de ambos, para pronunciar las palabras mágicas, ésas que delatan lo que, irremediablemente, se siente. El amor… Junto a las costumbres sociales… Las costumbres, siempre injustas y castrantes, anteponiendo La Clase, El Nombre, El Poder Económico… A los sentimientos, a la humanidad. Al fin y al cabo, no hemos cambiado tanto, ¿no?
Los celos siguen constituyendo la justificación absurda de una conducta injustificable. La Clase Social, de una forma u otra, sigue condicionando nuestros sentimientos y conductas… Y el ser humano, sigue siendo incapaz de manifestar lo que siente. La incomunicación, parece ser, el fatal destino de la humanidad… Pero hablábamos de una puesta en escena que acerca a la actualidad una leyenda, hermosa y trágica… “El Caballero de Olmedo”. José Pascual y Ana Garay, crean un ambiente perfecto para acoger los momentos más hilarantes en un espacio sobrio, minimalista y casi tenebroso. Los paneles semitransparentes que esconden la belleza del amor, la poesía, la flor de Doña Inés (Ester Bellver) marcan la dualidad constante en un hilo argumental que abre sus brazos, generoso, a los elementos mal llamados accesorios; pues son la base, la consistencia de una obra repleta de poesía y belleza.
No vamos a considerar el futurismo o la vanguardia en el vestuario del Caballero… Una vez más, estimamos que “eso” es secundario. Lo que nos conmueve y satisface, es ver, experimentar en primera persona, el objetivo cumplido de esta compañía. Hacer popular un texto clásico. Acercarlo al público más joven y que éste lo acoja con agrado y admiración.
El Buen hacer de estos actores. La magnífica labor de Chema Muñoz e Israel Elejalde. La naturalidad, la espontaneidad, la profesionalidad a la hora de “enfrentarse” al verso. El buen hacer de su director y de esta compañía, nos “obliga” (Es una forma de decirlo) a ratificar, recordar y reivindicar el inmenso tesoro literario que tenemos y que, en ningún caso, debemos olvidar. Un tesoro que late vivo, como laten las leyendas. Que respira en presente… Ya los autores tenían algo de futuristas… Que brilla indeleble como brillan las piedras preciosas… Lope de Vega visita Madrid. El Caballero de Olmedo aguarda su fatal destino, una vez más… La belleza invade, poderosa, el Teatro Pavón. El público lo acoge agradecido y emocionado… Esto es, si cabe, lo más bello.