El CDN estrena ‘El hombre que quiso ser rey’, escrita y dirigida por García May
El Centro Dramático Nacional estrena el próximo jueves 20 de noviembre, en la Sala de la Princesa (Teatro María Guerrero), la obra «El hombre que quiso ser rey», escrita y dirigida por Ignacio García May, basada en un relato de Rudyard Kipling, e interpretada por Marcial Álvarez y José Luis Patiño. Esta obra permanecerá el la Sala de la Princesa hasta el 4 de enero de 2009. Tal y como explican desde el CDN, ‘El hombre que quiso ser rey’ han sido conscientes de que dicha adaptación debía ser abordada desde una perspectiva que no se limitara a ilustrar teatralmente el cuento, o a mostrarlo como simple historia de aventuras. Por otra parte, la complejidad estaba ya en el original de Kipling: se habla en él de historia, de religión, de política. Se habla de filosofía, de antropología. «Nuestra versión sigue con fidelidad el espíritu del texto, pero para conseguir esa fidelidad hemos decidido no aferrarnos a la literalidad, y sumar, en cambio, elementos que no estaban allí pero contribuyen a situarlo en el contexto. No hemos querido usar ese tipo de actualizaciones tan común hoy en día en el teatro que consisten en vestir de marines a los legionarios romanos o de traje y corbata a los reyes medievales. Creemos que la contextualización extrema y precisa de la historia actúa de forma mucho más eficaz al mostrar lo poco que hemos cambiado en algunos aspectos. Además, el elemento, no ya exótico, puesto que el exotismo se queda en la superficie de las cosas, sino de extrañeza y fascinación al adentrarse en una cultura tan lejana a la nuestra, nos parece fundamental para comprender los impulsos de los personajes.
La acción sucede íntegramente en un bazar indio: un microcosmos donde se dan cita todos los objetos necesarios para contar la peripecia. En escena hay sólo dos actores: los dos protagonistas del cuento, pero también todos los demás personajes resumidos en ellos. El espectáculo remite a la esencialidad del ru´hozi, el teatro tradicional persa, aunque sin renunciar a la occidentalidad de la mirada. Porque esta es la historia de dos europeos que se adentran en un Oriente recóndito con todos sus prejuicios y sus ilusiones, y no hemos querido perder de vista este dato: sus comentarios son a veces, desde la perspectiva de la corrección política contemporánea, racistas, sexistas y notablemente agresivos. Si hubiéramos difuminado o eludido estas cosas habríamos traicionado el corazón de la historia. No queremos disimular, embellecer ni tampoco afear: nuestro deseo es mostrar cómo fue aquel mundo, cómo fueron aquellos personajes, y hasta que punto somos herederos, o no, de su experiencia. Mucho nos tememos que la civilización de hoy se ha quedado, tan sólo, con los impulsos más agresivos y despreciables de aquella gente, pero ignorando lo que de bueno pudo haber en sus gestas: el coraje, la audacia, la fascinación. En resumen: una cierta aspiración a la grandeza que acaso suene hoy melancólicamente anacrónica«.