Y no es coña

El centro, los centros y el centralismo

Si se vive en un Estado cuyo ferrocarril se distribuye de manera radial, es bastante sencillo entender que toda la vida política, social, cultural tienda siempre hacia el centro. Pero al existir diecisiete Comunidades Autónomas, resulta que, en la práctica, hay varios centros diferentes y en todos los centros se tiende al centralismo de una manera que parece irremediable. Y todo centralismo provoca disfunciones, agravios comparativos y, en lo cultural, una desatención a las poblaciones más alejadas de ese centro geográfico y administrativo. Y los casos son muchos, diversos, espectaculares en ocasiones. Y muy repartidas por la península ibérica.

En términos generales, al menos en los medios de información estatales, el centralismo es obvio, extenuante, en ocasiones hasta esperpéntico. Me refiero a la poca información sobre las artes escénicas y que por razones de abducción, pereza o ignorancia se basa en un alto porcentaje en todo lo que sucede en la capital del reino. No en la Comunidad de Madrid que tiene bastantes localidades con una amplia demografía y actividades propias reseñables, sino la de unos cuantos teatros y salas capitalinas. Esta tendencia al centralismo chato aplica igual para los medios de información privados o públicos. Y si nos referimos a los especializados, la cuestión entra en un lugar que roza lo penal, porque existen muchos medios que viven de manera exclusiva de los anuncios que ponen de manera graciosa las unidades de producción del INAEM.

Saltándonos muchos capítulos de esta narración de terror colindante con lo sainetero, hay que proclamar de manera orgullosa que existe muchas más opciones creativas fuera del centralismo ramplón que tanto se relame en mitrarse su ombligo y el de sus pares, es decir que las cúpulas de dirección se entienden muy bien y se intercambian los cromos de una manera transparente, es decir todo el que quiera verlo solamente debe mirar y contar. Insistimos, además de las `producciones oficiales, existen otro tipo de producciones que son las que a lo largo de los años han ido tejiendo una red periférica, en ocasiones demasiado pegada al territorio de cada Comunidad, pero que son uno de los grandes graneros de espectáculos, directoras, dramaturgas o intérpretes que nutren todos los centros geográficos y de producción global.

Estuve en Gijón en la gala de entrega de los “Premios Oh!” que conceden los miembros de Escena Asturias, es decir una fiesta del teatro asturiano profesional y se nota un avance constante, un notable aumento de la calidad de las propuestas, un crecimiento que conlleva un mayor rigor en todos los rubros donde fijarse, que viene a recordar que la existencia de una Escuela Superior es una forma sensata de crear nociones de mayor exigencia, que pese a todas las dificultades de sobrevivir de manera exclusiva de su trabajo el esfuerzo y la selección natural van propiciando espectáculos de formatos mucho más competitivos y que, si de verdad existiera en el Estado español, una manera libre, no clientelar de hacer las programaciones , podrían concurrir fuera de su autonomía de manera habitual.

Porque es demasiado difícil ver trabajos de otras autonomías. Por muchos catálogos y redes que se establezcan, lo cierto es que cuesta encontrar espectáculos que no sean propios en esas redes. Y si se mira como crisol a Madrid, es evidente que no llegan con la importancia que se supone espectáculos de las periferias. Hubo hasta hace años un Festival de las Autonomías, que visualizaba parte de estas producciones, incluso se intentó que existiera algún teatro con esta vocación de programar el teatro de las autonomías. No cuajó, pero se podría volver a penar en esta posibilidad, para que existiera una plataforma con repercusión general.

Lo cierto es que en Madrid se puede ver más teatro de Argentina, que, de Andalucía, por poner un ejemplo. La relación con Catalunya es mucho más sutil. Hay coproducciones, empresas que funcionan de manera coordinada en ambos focos de producción mayoritaria. También existe una manera de conocer algún tipo de producción en las salas alternativas, donde sí se organizan giras bien pensadas y ordenadas con la idea de conocerse entre ellas. Otra manera de conocer lo que se hace en otros lugares del reino de España es acudir a las ferias que normalmente dedican un alto porcentaje de su oferta a las producciones de la autonomía que las patrocina.

Estos días se han podido disfrutar varios espectáculos periféricos de calidad e importancia. Había muchos más, pero yo señalo uno aragonés, “La lluvia amarilla”, un bello y denso espectáculo de estética robusta de Jesús Arbués a partir del texto homónimo de Julio Llamazares en el Teatro Quique San Francisco y dos catalanes, ambos con una carga ideológica significativa, “Karaoke Elusia”, con un montaje muy bien estructurado sobre el suicido juvenil que siendo una producción privada se presentó en la sala de La Princesa del María Guerrero, es decir del CDN y “Parad de pararme”, un grito necesario sobre la constante violencia xenófoba y racista de los cuerpos de seguridad sobre nuestros conciudadanos con la piel diferente que se presentó en el Teatro del Barrio, ese lugar para respirar otros aires.

Existen otras salas que sirven de refugio circunstancial para compañías y grupos dispuestos a correr la aventura de enfrentarse a una realidad doliente: no tener cobertura mediática ninguna, no recibir la visita de nadie de la crítica, tener unas audiencias muy magras y casi siempre vinculadas a los propios actuantes. Es dura esta realidad, por ello, habría que buscar, dentro de lo posible, maneras para encauzar todas esas energías existentes. Y si hablo de Madrid, hablo de Barcelona, Valencia, Sevilla, Valladolid, Zaragoza y algunas coyunturas centrípetas más.

Sirvan estas líneas para ayudar a la reflexión general sobre cómo se producen las artes escénicas, para qué y para quién se hacen, las posibles maneras de emplear una racionalidad ejecutiva que contribuya a la sostenibilidad y el desarrollo equilibrado de grupos, compañías, teatros y salas, que significa ayudar a que los profesionales puedan trabajar en condiciones mucho mejores. Algo que desde este rincón no nos cansamos de reclamar, aunque sabemos que no es algo que se hay asimilado de manera general entre los agentes concurrentes en estos asuntos.

Todo llegará.


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