“El deletitoso y otras delicias” de Lope de Rueda / Teatro Guirigai
Comedia del hambre
Obra: El deleitoso y otras delicias Autor: Lope de Rueda. Compañía: Teatro Guirigai. Intérpretes: Raúl Rodríguez, Pedro Luis Cortes, Lorena Curiel, Paco Santillana y Jesús Peñas. Escenografía: Damián Galán. Iluminación: Jordi Alvarado. Vestuario: Maite Álvarez. Música original: Fernando Ortiz. Dramaturgia y dirección: Agustín Iglesias. Teatro de la Estación (Zaragoza) 26 de marzo de 2010. Un cuarto del aforo.
La veterana compañía pacense Teatro Guirigai cumplió el pasado 2009 treinta años sobre los escenarios. Ellos lo han Celebrado con “El deleitoso y otras delicias”, espectáculo que lleva girando más de un año por diferentes teatros peninsulares y que en estos días llega al Teatro de la Estación de Zaragoza encuadrado en el Festival Internacional de Artes Zaragoza Contemporánea.
En estas tres décadas, Guirigai ha prestado especial atención al trabajo con los clásicos, y lo ha hecho desde una lectura respetuosa y con un gran rigor interpretativo. Ambas cosas están presentes en su última propuesta. Respetuoso es el trabajo dramatúrgico con el que Agustín Iglesias aborda los textos de Lope de Rueda para construir un discurso escénico sólido, coherente y bien estructurado.
Tomando personajes y situaciones a los que Lope dio vida en algunos de sus más célebres pasos (“Las aceitunas”, “La tierra de Jauja” o “El deleitoso”), en sus coloquios (“Coloquio de Tymbria”) o en sus comedias (“Los engañados”) y trasladándolos a la España rural de los años 50, Iglesias dibuja un fresco que, lejos de acusar el traslado temporal desde el siglo XVI en el que escribió Lope de Rueda hasta nuestra posguerra, retrata con gran fuerza y precisión el buscarse la vida de una sociedad hambrienta, aislada, anclada en la incultura, el subdesarrollo, el miedo y la arbitrariedad.
Leno, un campesino que realiza estraperlo para el médico entre España y Portugal, se convierte en el hilo conductor en torno al cual se ordenan y estructuran personajes y situaciones. Se plantea una puesta en escena en tono de comedia grotesca conducida con dinamismo y buen ritmo, con detalles de inteligencia y teatralidad, como ese momento del campesino sembrando platos vacíos, simbolizando el hambre, la escena de Leno haciéndose pasar por médico o la de la torta de mantecada. Hay un buen trabajo de dirección que presta atención a los detalles para enriquecer personajes y situaciones. La escenografía y la iluminación cumplen a la perfección con su labor de una manera eficaz y discreta para que sobre la escena cobre brillante protagonismo un notable trabajo actoral. Y hay también un gran trabajo en el diseño de vestuario. Una divertida propuesta con contenido y muy buenas formas.
Joaquín Melguizo.
Publicado en Heraldo de Aragón 28-03-2010