Críticas de espectáculos

EL DESPILFARRO DEL CENTRO DRAMATICO NACI

EL DESPILFARRO DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL DE MADRID Por Pablo Villamar Afganistan, Palestina, Pakistán, tantos y tantos pueblos avasallados por la guerra y el hambre ¿qué hacemos España por ellos?…»El manuescrito de Zaragoza». No, no es Agustina de Aragón, es el señor Nieva que ha estrenado y ha dejado arruinado a media España. Y no es que tratemos de cuestionar al señor Nieva. Pero un busto en el Retiro hubiera sido más económico y más rentable. Tener una estatua en vida ¡eso si que es grande! ¡Y cómo lo valoraría el Manzano y monsier le Gallardón! Y ahora no queda nada. Ningun Banco daría un centavo de crédito por tanta escayola, maderamen, tramoya, pintura, baules y trajes. O tal vez sea porque el señor Nieva escriba a mano y no utilice ordenador. El coronel no tiene quien le escriba. Tal derroche de dinero ¿para qué? Para insultar a los que no poseen nada. España ya no es de las oportunidades, como decía mi dilecto señor Aznar, ni tampoco del bienestar, ni la moderna, ni va bien como decía o tiene buena salud. Ni es Europa. La vaca del viejo mundo pasaba sus triste lengua sobre un hocico de sangre derramados en la arena.Por supuesto el señor Nieva, no tiene la culpa, ni tampoco el señor Aznar. Pero no vamos a hacerle pagar el pato a la señora Virulés, que ya ni sé si es con b o con v. ni cómo se escribe que nunca se supo más de ella. El despilfarro del Centro Dramático Nacional, que no es Centro Dramático y menos Nacional, tiene otros responsable más directos que deberían presentar su dimisión ante la vergüenza de este espectaculo, sin acento, de ricos, ante una profesión, cada vez más pujante y mejor preparada y, sin embargo condenada al olvido, a la dejación, al ostracismo por la ineficacia de unos señores que encima se dan importancia con un cargo que no lo merecen. Unos decían que sí, otros decían que no y en la calle el motorista se perdió. Y yo me pregunto ¿por qué no utilizaría la acera? Porque el manzano, da manzanas, el pero, peras, y el honrado honra, porque no puede dar otra cosa. Y las motos cabalgan con profusión por las aceras de Madrid. Y más si es motorista oficial. Aunque esto me recuerde a los «grajos» de otras épocas. Como las promesas, a las diez de la mañana, tú yo y otra autoridad. Y luego, nada. Pues yo me he enterado que hasta el más humilde funcionario del Estado se le hace jurar o prometer. El que no cumple el juramento, ya se sabe, es perjuro, pero el que no cumple la promesa ¿como se le llama? Parece que hay ambigüedad jurídica y semántica, «desprometidos», pero eso más parece de que te calles Karmele. Mi dilecto amigo, me llamó por teléfono para regañarme y que me ocupase el cargo de Director General del INAEM. Pero yo no soy político, le dije (ya termino Señoría) pero sabes de teatro. Algo, repuse humilde. Pues anda ¿qué harías tú en ese puesto? Fácil. Con el dinero que se gasta en cada uno de los montajes, (bueno en principio se puede montar a medio Madrid) pero sin coñas, al menos, 10 espectáculos, ahora con acento. Y si contamos los otros dos teatros «Nacionales», serían, 30. Y treinta Compañías más, hacen un avío, una media de 600 nuevos puestos de trabajo. Y si eso lo multiplicamos por seis años más atrás, ni te cuento. Lo segundo poner de camareros a todos los enchufados, y a los actores, y artistas en general que están sirviendo de camareros/as, en su sitio, con su dignidad y ejerciendo su profesión que es para lo que valen. Y tercero, todo, todito, todo, menos montar «El manuscrito de Zaragoza», (el coronel no tiene quien le escriba) que parece ser la querida de algún pez gordo, como antes hacían ciertos empresarios con las vedettes que no valían. Arruinarse. Aparte de eso, y que lo comprenda Nieva, la obra no tiene interés alguno, sólo sus decorados, pero al prodigarse de tal suerte, unos espectadores pasan y otros vomitan. A mí me ofendió en mi sensibilidad. Y al ciudadano en sus bolsillos, que no ponen precios para el pueblo, si no para los de siempre, como en los paises subdesarrollados, sólo ricos y pobres. Una elite decadente que aspira a un teatro de salón y buena compostura. Ya termino, Señoría. Me acuerdo de Afganistan y del holocausto palestino, que hasta a los poetas se les olvida hacerles una Oda y del motorista que no llegó a tiempo, y de tantos pajarillos que huyen de los grajos depredadores, y los toros de Guisando, casi muerte y casi piedra, mujieron como dos siglos hartos de pisar la tierra. ¡Sí quiero ser Senador, madre! ¡Yo sí quiero verla! Pablo Villamar

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