El actor y director cubano Raúl Alfonso, preso en Soto del Real, representa de nuevo “La pasión según el verdugo” el próximo viernes 14 de diciembre a las 21.30 horas en la Sala Janagah de Madrid (Plaza de Arteijo, 14. Metro Barrio del Pilar). Basada en una obra narrativa del premio Nobel sueco Pär Lagerkvist, Raúl Alfonso plantea una obra de corte autobiográfico sobre la culpa y la redención. El preso Raúl Alfonso se muestra nuevamente nervioso estos días en su celda de la prisión de Soto del Real donde cumple una larga condena. El estreno de la obra lo vivió entre amigos –actores, actrices y directores cubanos recién llegados del Festival Iberoamericano de Cádiz- que se mezclaban con el público. En esta nueva función se encontrará solo ante el público. Pero no siente miedo. Es más, lo está deseando. En la penumbra del escenario dejará de interpretar a ese preso que se desespera entre cuatro paredes y volverá a reencontrarse con el otro, con el verdadero Raúl Alfonso, el actor y director cubano de prestigio que asoma cada mañana en el espejo de la celda y que desaparece apenas un instante después, dejándolo sumido en una sensación de completa irrealidad.
Contra la filantropía hipócrita y el exhibicionismo barato
Durante la función del viernes 14 de diciembre Raúl Alfonso donará ejemplares de la revista El espejo del perro a cada espectador con entrada. La revista, escrita y editada por presos y presas de distintas cárceles españolas, desapareció “injustamente” en 2003. “El Espejo del Perro reflejaba –denuncia Alfonso, que coordinó los nueve números de la publicación- creaciones molestas, trozos de espiritualidad mutilada, la verdad y la locura de los estigmatizados, sus anhelos y fantasías, su violencia, su anarquía, su incredulidad en los sistemas. El Perro no movía a la compasión lacrimógena, la filantropía hipócrita o el exhibicionismo barato”.
La pasión según el verdugo se representará en función el viernes 14 de diciembre a las 21.30 horas en la Sala Janagah (Plaza de Arteijo, 14, Metro Barrio del Pilar). “A la sombra de la cárcel, luego de revolcarme en la culpa, la propia y la ajena -afirma el director y actor-, recuperé esta historia de mesías enloquecidos, verdugos enamorados y un Dios decrépito que se caga y se mea y al que sólo visita un barquero de dudosa catadura moral, para aferrarme a él con la tenacidad de la que sólo es capaz un condenado.” Tras la función, el preso Raúl Alfonso regresará a su celda de la prisión de Soto del Real junto a algunos de sus compañeros de El espejo del perro y recordará que “vale la pena intentar contar esta historia, compartir la experiencia humana -mi experiencia- desde el teatro, el único mundo en el que ya no encuentro ataduras y que me pertenece por derecho propio”.
