Festivales

El Festival Temporada Alta cierra su decimoctava edición con 50.265 espectadores

Temporada Alta se consolida como un de los grandes festivales de España. La edición de este año ha sido la mejor de las 18 que se han hecho hasta ahora del festival gerundense. Lo dice su director artístico, Salvador Sunyer. Y lo confirman las cifras. Temporada Alta cerró el pasado viernes 11 de diciembre con 50.265 espectadores, 6.230 más que el año pasado (hecho que supone un incremento del 12,3% respecto al 2008), y con una ocupación media del 90,66%. A lo largo de más de dos meses, entre el 1 de octubre y el 11 de diciembre, el festival ha acogido 74 espectáculos, con unas 30 propuestas internacionales de primer nivel, y 30 estrenos absolutos. En un futuro “Temporada Alta se quiere convertir en una cita ineludible de la escena internacional”, afirma Sunyer.

De los 50.265 espectadores totales, 44.962 corresponden a espectáculos de sala y 5.303 a las actividades complementarias, como exposiciones, proyecciones y cursos, que se han desarrollado a lo largo del festival. En total se han vendido 36.745 entradas de pago (el año pasado fueron 32.579) y se han repartido 8.217 invitaciones.

El 90,66% de ocupación media demuestra que el público continúa siendo el mejor aliado de Temporada Alta. De hecho, y según Sunyer, es uno de los elementos que demuestran que estamos delante de la mejor edición de Temporada Alta junto a la calidad de la programación internacional y del país y al buen resultado de los espectáculos estrenados. Este año ha aumentado sustancialmente  la asistencia de público del resto del país y de Francia. Esto se ha producido sobre todo en momentos del festival en que se podían ver varios espectáculos extranjeros y estrenos, como por ejemplo los fines de semana del 16 al 18 de octubre (cuando se programó el panorama de artistas argentinos y Woyzeck de William Kentridge) y del 13 al 15 de noviembre (con los espectáculos de Samuel Beckett, Krystian Lupa y Christoph Marthaler).

Con el objetivo de evitar de una manera definitiva que los espectadores se quedaran a la calle sin poder ver un espectáculo porque estaba lleno, este año se han puesto a la venta en torno a un 23% más de entradas (49.595 enfrente de las 40.119 del año pasado) y se han programado 14 funciones más que en 2008 (122 en total). Según Sunyer, se ha conseguido encontrar un equilibrio entre la oferta y la demanda, y de la mayoría de las propuestas se han podido comprar localidades hasta bien avanzado el festival.

Temporada Alta, que ha dado trabajo a 288 personas y ayuda a impulsar la actividad económica en el área de Girona, ha coproducido en esta edición 26 espectáculos con compañías, teatros públicos y privados y empresas. Y todos tienen prevista una vida más allá del festival puesto que hasta ahora hay comprometidas más de 400 representaciones. En las funciones hechas durante el festival han trabajado 888 personas (entre equipos técnicos y artísticos). Todo esto hace que el festival se haya ido convirtiendo en un motor para el sector teatral en tiempo de crisis.

Reunión de artistas

Entre los montajes coproducidos por el festival se encuentran El jardí dels cinc arbres (El jardín de los cinco árboles) Iban Beltran y Joan Ollé, Dies irae; en el Rèquiem de Mozart de la compañía Marta Carrasco, Alícia ya no viu aquí (Alicia ya no vive aquí) del Proyecto Galilei, V.I.T.R.I.O.L. de Jordi Cortés, Elèctrics (Eléctricos) de Pau Miró, y Aquí s’apren poca cosa (Aquí se aprende más bien poco),  con dirección de Toni Casares, entre otros. Además, Temporada Alta ha sido un espacio de encuentro de creadores, algunos de ellos muy diferentes: Sidi Larbi Cherkaoui y María Pagés (Dunas), Mario Gas y Ute Lemper (The Bukowski Project), Berishit de Pep Bou y Jorge Wagensberg y Lluís Homar y Polydoros Vogiatzis (Kavafis).

Varias de estas coproducciones se han hecho gracias a las ayudas económicas del programa Interreg IV de la Unión Europea al proyecto Escena Catalana Transfonterera. Concretamente, las subvenciones han permitido impulsar las colaboraciones con festivales y teatros de fuera de Catalunya como por ejemplo el Festival de Otoño de Madrid, el Centro National des Artes de la Rue de Francia, el London Danse House, etc y, sobre todo, el Théâtre de l’Archipel de Perpiñán, con el que se continuará trabajando en próximos años con el objetivo de establecer una relación fluida con la escena francesa y europea. Temporada Alta ha trabajado también por tercer año consecutivo de la mano de EL CANAL, Centro de Artes Escénicas de Salt-Girona para conseguir que las compañías viajen al extranjero y para dar salida a textos de autores catalanes.

Preocupación por el futuro

Pese a los buenos resultados de la decimoctava edición, el director artístico se muestra “bastante preocupado” por el futuro del festival. Sunyer dice que Temporada Alta “juega un papel importante en Cataluña y en el resto del Estado español y tiene cierta relevancia en la escena internacional”. Pero considera que es el momento de decidir si se opta por seguir así o por intentar tener una cita ineludible dentro de la escena internacional con objetivos muy concretos. Se quiere convertir Temporada Alta en la capital escénica de la Europa mediterránea durante el otoño y conseguir que sea el interlocutor catalán con festivales, teatros y centros de producción europeos con la idea de coproducir espectáculos. También pretende ser el espacio natural para dar visibilidad a los creadores de aquí junto a figuras internacionales, ayudar a los jóvenes creadores y mantener el arraigo local. Temporada Alta propone un festival donde tengan cabida todos los lenguajes escénicos, dando cada año más peso a la creación contemporánea, combinando las coproducciones propias con montajes de compañías extranjeras y promocionando la autoría catalana.

Grandes nombres de la escena internacional

A lo largo de más de dos meses Girona se ha convertido en un escaparate del teatro. El festival ha contado con la presencia de grandes nombres de la escena internacional como William Kentridge, Declan Donnellan y la compañía Cheek by Jowl, Peter Brook, Daniel Veronese, Claudio Tolcachir, Sidi Larbi Cherkaoui, María Pagés, Krystian Lupa, The Watermill Theatre, el Piccolo Teatro di Milano y la obra Krapp’s last tape, que dirigió Samuel Beckett. Y ha vuelto a apostar fuerte por los creadores catalanes. Entre otros han pasado por Temporada Alta Sergi Belbel, Joan Ollé, Àlex Rigola, Pep Bou con Jorge Wagensberg, Sílvia Munt, Sergi López y Roger Bernat. Junto a estos artistas, Temporada Alta ha continuado programando a los nuevos creadores contemporáneos del país como los coreógrafos Jordi Casanovas y Leo Castro, el dramaturgo Pau Miró y a Àlex Serrano, que juega con los nuevos lenguajes escénicos.

En el festival se han podido ver dos coproducciones del Centro Dramático Nacional, junto al Teatre Nacional de Catalunya, El baile de Irène Némirovsky bajo la dirección de Sergi Belbel, y Una comedia española de Yasmina Reza, con Sílvia Munt al frente del proyecto; además de la versión de Animalario del clásico de Shakespeare Tito Andrónico.

En el apartado de danza Marta Carrasco y Jordi Cortés han presentado sus nuevas coreografías, la compañía Mal Pelo ha celebrado su vigésimo aniversario y se ha podido ver bailar juntos a María Pagés y a Sidi Larbi Cherkaoui. Dentro de la programación musical se han ofrecido 14 conciertos de los 16 previstos (se han cancelado las actuaciones de La Excepción y Charlie Winston por enfermedad) con varias presentaciones de disco y la presencia de nombres importantes como Andrés Calamaro, Ryuichi Sakamoto, Toumani Diabaté, Gerard Quintana, elbicho, Manel y artistas del mundo de la electrónica como Rinocerose y Vitalic. Y entre las propuestas de circo han destacado Slava’s snowshow del clown Slava Polunin y Le sort du dedans de la compañía catalano-francesa Baro d’evel CIRK.

Ocho de las propuestas vistas en Temporada Alta recalaron también en el Festival de Otoño de Madrid. Se trata de las adaptaciones que Daniel Veronese ha gestado de dos obras de Ibsen, Casa de muñecas y Hedda Gabler, el montaje Tercer cuerpo de Claudio Tolcachir, la fusión de baile flamenco y danza contemporánea de María Pagés y Sidi Larbi Cherkaoui (Dunas), la coreografía Dies irae; en el Réquiem de Mozart de Marta Carrasco, la producción Krapp’s last tape, escrita y dirigida por Samuel Beckett y que sigue girando incluso tras la muerte del autor y director, la Trilogia della villeggiatura que representó el Piccolo Teatro di Milano y el concierto de Ryuichi Sakamoto.

 


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