El giro hermenéutico
Tomo del filósofo Hans George Gadamer el título de esta columna, y su interés por resituar el debate hermenéutico en la segunda mitad del siglo XX, lo traslado a la segunda década del siglo XXI. El descubrimiento del sentido y alcance de esta extraña palabra, tan en desuso, me permite reivindicarla y ofrecérselas a ustedes, invitándoles a usarla, sobarla y enriquecerla con nuevos matices. Les cuento: Hermenéutica en el uso antiguo de la palabra, comprende tres direcciones básicas de significado. El primero es expresar, afirmar o decir (con palabras en voz alta); el segundo, explicar; el tercero, traducir de otro idioma; los tres significados, pueden expresarse mediante el verbo «interpretar». Hermes, es el dios mensajero de pies alados a quien los griegos atribuyen el descubrimiento del lenguaje y la escritura; Hermes, es el que trae el mensaje del destino. El proceso de Hermes o hermenéutica consiste en que algo extraño, separado en el tiempo, el espacio y la experiencia, se convierta en algo familiar, presente y comprensible al ser interpretado en la representación, explicación o traducción. Hermenéutica es comprensión: implica tanto el hecho de comprender como qué es la comprensión en sí misma en su sentido «existencial» y por tanto, fenomenológico. Dicha concepción amplía el campo de la comprensión y la sitúa en los términos de la experiencia. La experiencia según Hegel, es un producto del encuentro de la conciencia con el objeto. Comprender una obra es experimentarla y dicha experiencia está conectada con la vida de las personas, con su experiencia histórica. La experiencia hermenéutica es intrínsecamente histórica, ya que la verdadera experiencia es la experiencia de la propia historicidad de uno, como afirma Gadamer.
La verdad no se alcanza de forma metodológica sino dialéctica, de manera que la situación interpretativa ya no es la de un interrogador y un objeto, en la que el interrogador tiene que construir los «métodos» para poder captar el objeto. Al contrario, el interrogador se encuentra de pronto al ser que es interrogado por el «tema» o cuestión. En El giro hermenéutico (1998), sostiene que «Hermenéutica se refiere sobre todo, a que hay algo ahí que se dirige a mí y me cuestiona a través de una pregunta». La conversación y el diálogo, no sólo obran como intercambio de información, sino que aproximan a las personas, siendo que «allí donde se logra realmente una conversación, los interlocutores no son exactamente los mismos cuando se separan. Están más cerca el uno del otro» (Gadamer, 1998: 232), idea platónica en esencia: el discurso es suma de todos los interlocutores del diálogo.
En el arte dramático de finales del siglo XX, el concepto de método se transforma hacia planteamientos escénicos que toman en mayor o menor medida al público en una superación del paradigma clásico mimético, del brechtiano de distanciamiento, protagonizando un nuevo territorio multidisciplinario reflejo del pensamiento post-moderno. Las tendencias hermenéuticas contemporáneas, evidencian un rasgo primordial, aunque no exclusivo, de la cultura posmoderna: la pluralidad, la fragmentación, la deconstrucción; las manifestaciones performativas y de género. Esta extensa introducción a la nueva sección, sitúa las líneas maestras de su contenido: el foco en proyectos, espectáculos o iniciativas de las artes escénicas en el siglo XXI con vocación contemporánea de transformación, y en diálogo con nuestra sociedad, que nos lanzan preguntas y plantean nuevos virajes hermenéuticos.