Críticas de espectáculos

El Graduado/Charles Webben

A media voz
Obra: El Graduado
Autor: Charles Webben
Versión Teatral: Terry Johnson
Intérpretes: Ángela Molina, Juan Díaz, Olivia Molina, Toni Martínez, Lola Casamayor, Alfonso Torregrosa, Pablo Viña, Marta Malone, Daniela Torre, Javier Páez, Álvaro Antonio García
Escenografía y vestuario: Rob Howell
Iluminación: Hugo Vanstone
Música original: Paul Simon
Dirección: Andrés Lima
Producción: Stage Holding
Teatro Arriaga –Bilbao- 31-08-05
Primero fue una novela, después una película de éxito y desde hace unos años un éxito universal en los escenarios. “El Graduado” es (o era) para el imaginario de muchos, un desnudo, una música pegadiza y una historia turbulenta de amor. En esta versión teatral se mantiene la música de Paul Simon, la turbulencia amorosa, pero se demora en explicarnos el contexto social en la que sucede. Hay unas pinceladas que pronto se difuminan, quedando todo fiado a los personajes. O mejor dicho, a la capacidad actoral para mostrar y darles carne a sus personajes.
Todos ellos se mueven en una escenografía realmente significante, muy morosa en sus movimientos, pero muy sugerente y realmente un ingenio mecánico que está bastante bien remarcado por una buena iluminación. Las numerosas elipsis le hacen perder entidad narrativa, y sucede en esta propuesta algo fundamental: el reparto de los papeles principales queda por debajo de las expectativas. Quizás haya que señalar que el director, Andrés Lima, hace lo que puede con el material que la productora le ha puesto en sus manos, que incluso dota a ciertos movimientos de la escenografía de un toque humorístico, que procura que lo colectivo salve lo esencial. Pero es que la señora Robinson está siempre a media voz, amplificada con microfonía, claro, para perpetrar bien la injuria teatral, sin aportar nada más que un bella figura, sin saberse nunca si es fría, o simplemente no es nada más que un cuerpo que luce bien varios vestidos y ropa interior fantástica, nunca el desnudo famoso.
El resto del reparto está siempre por encima de ella, pero por lógica hay que acomodarlo a la estrella, y así les vemos espléndidos en escenas donde no aparece la señora Robinson y atados, sujetos al ritmo cansino cuando está presente Ángela Molina. Con otra protagonista este producto sería mucho más interesante y teatralmente aceptable.
Carlos GIL


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