El gusto
No me gustan para nada los programas de cocina, de cómo cocinar, comer, de la estética de la comida, los colores, y las múltiples formas de cocinar una papa. No entiendo por qué tanto entusiasmo, pero se puso de moda y los canales están repletos de esta tendencia.
El otro día estaba en un bar tomando un café, y sin darme cuenta quedé mirando uno de estos programas que jamás miraría por elección propia.
Y parecía una especie de casting sobre lo cocinado por algunos chef en cuestión. Eran varias personas que pasaban y opinaban sobre los platos elaborados.
Me trasladé por un momento a esa situación, ¿qué pasaría si fuera yo jurado de un concurso de ese tipo? Donde debería decir simplemente: me gusta, no me gusta. Porque al margen de los comentarios, análisis sobre los componentes, alimentos y las variables argumentales, la custión es simple: me gusta o no, y luego viene la justificación. En un ejercicio rápido y concreto me di cuenta como sería tendenciosa a la hora de elegir. ¿Qué garantizaría que mi elección de un pescado, o marisco estaría por encima en calidad que la de una carne roja? El gusto.
Me refiero: todo es tendencioso y subjetivo. Chocolate por la noticia, me dirán, ¿entonces qué hacemos?¿Estamos en manos de las subjetividades de turno o podremos pensar algunas formas menos tendenciosas y con cierto amparo de criterio?¿Y cómo se elegirían los criterios sino por subjetitividad? El huevo o la gallina, y el perro mordiéndose la cola. Me obsesiona ese tema. ¿Cómo liberarnos de la subjetividad? Imprescindible para crear lenguaje, para dar sello , identidad, razón, para hacer camino, voz en medio del silencio, grito en la noche oscura, pero para los terrenos de la evaluación, ¿cómo no quedar atrapados en el gusto? Cuando el gusto también responde a un fino tejido de capas acumuladas.
Vuelvo a la cocina. Vuelvo a las acciones muertas. El mandato cultural, el talento, ¿qué será hoy día tener talento? Eso lo dejamos para otro artículo.
Me mastico el gusto. Lo mastico sin nada, a secas, y a solas. Yo no represento nada ni a nadie, no soy modelo, ni doy consejos y mucho menos «enseñar», sí compartir experiencias, puntos de vista y juntos gestionar un sitio, y borrar otros. Eso. Apenas, con mucho error.
No sé, el gusto, quisiera que quedara supeditado al universo gatronómico tan de moda, tan cool, tan chic y complaciente, donde no hay nada políticamente incorrecto, ni políticamente correcto, donde no hay posilibidad de conflicto y todos siempre sonrien y parece que vivieran en Marte o en cualquier lugar del Universo que no fuera la tierra.
No sé por qué ultimamente estoy obsesionada en hacer vínculo y relación de todo lo que pasa a mi alrededor con el teatro, será que como estoy viviendo esta etapa de la lentitud y la quietud incorporada, el mundo lo veo más ordenado.
Eso me ha llevado a poner sobre la parrilla la expresión que detesto tanto en teatro: me gustó, o, no me gustó. Qué significa exactamente eso. Qué valor puede tener que a alguien algo le haya gustado, ¿con qué estamos compitiendo cuando se formula una expresión de ese tipo?
Las acciones muertas
Observo y pienso en las acciones que no son, sino conducen a, es decir, son simplemente el pasaje para llegar al lugar donde quiero llegar. Llego a casa, dejo las llaves, me quito el abrigo, la cartera, los zapatos, prendo la luz, la calefacción, me retiro los aros, el maquillaje, arreglo la cama, voy al baño , me desnudo y…Me acuesto. Lo único que me importaba era acostarme. Siempre pienso por qué se debe esperar tanto para lograr lo que se desea, cuando podría hacerlo de entrada, abrir la puerta e ir a acostarme , como estoy, vestida y sin más dormirme. Lo he hecho, he probado eliminar las acciones muertas que me provocan una sensación de estupidez, ¿para qué todo esto? Pero resulta que no logor dormir bien estando vestida, por lo tanto, vuelvo al inicio y cuestiono, ¿serán entonces acciones muertas o serán parte de una partitura de acciones? Después de analizar algo tan simple he cambiado el punto de vista sobre lo que es central y los puentes que te permiten llegar a lo central.
Igual , a pesar de estos razonamientos, no logro desprenderme de la idea: estoy perdiendo tiempo.
Observo otros movimientos. Tengo libros en la cartera, tengo comida en la cartera, debo colgarla, quitar los alimentos de la cartera, desempacarlos , cocinarlos ,para luego comerlos.
Sucede el mismo razonamiento. Entonces decido comprar solo alimentos que puedan ser ingeridos inmediatamente: pan, jamón, quesos, frutas. Me alimento así por semanas, hasta que me desespero por alguna comida que tenga elaboración, que tengo la previa de»acciones muertas «según mi razonamiento anterior. Y ahí aparece la cocina.
Lo siento un proceso, es parte de , va, es, bien, concilia, combina, sucede, crea.
Son ejercicios simples que relaciono con el diario vivir y me ayudan a pensar la creación escénica con una perspectiva vivencial, cotidiana , en contacto con las expresiones mínimas y básicas del diario vivir.
Observo en una película a un músico. Camina por la calle con su guitarra colgada en la espalda. Camina. Llega un edificio, toma el ascensor, abre la puerta, se quita el abrigo, deja la guitarra con su estuche, lo abre. El espacio está vacío, solo una silla, el atril y otra silla con papeles. Después de una eternidad de acciones, el músico se sienta con la guitarra en la mano y comienza a tocar, se detiene y escribe las notas. Se trata de eso. El recorrido, y el lugar.