‘El hijo del acordeonista’ se presenta en el Teatro Victoria Eugenia
El Teatro Victoria Eugenia de Donostia, uno de los espacios que junto al Teatro Arriaga de Bilbao y el Teatro Principal de Victoria y la compañía Tanttaka ha producido la obra ‘El hijo del acordeonista/Soinujolearen semea’, acoge los días 3 y 4 de noviembre la puesta en escena de esa obra en su versión en euskara, mientras que el día 7 se representará en castellano. El espectáculo lleva a escena una de las obras más emblemáticas de Bernardo Atxaga en la que dos amigos de la infancia entran a militar en ETA para tomar más tarde caminos diferentes.
La obra dirigida por Fernando Bernués lleva al escenario la adaptación realizada por Patxo Telleria que ha convertido en texto dramático las casi 500 páginas de la novela de Atxaga y los casi 40 años por los que transita la historia para colocar el relato en un sitio donde se plasma la perspectiva de los dos protagonistas es para el director «una magnífica elección», porque «sin una de esas dos visiones el relato no estaría completo». Para Patxo Telleria, que además de realizar la adaptación es uno de los coprotagonistas de la puesta en escena, realizar la adaptar para el teatro de «un texto emblemático de la literatura vasca» como es ‘El hijo del acordeonista’ supone algo parecido a «convertir un tren en una bicicleta, pero sin perder la sustancia» de la obra original. Aunque Telleria reconoce que tuvo que olvidarse de la estructura novelística que no responde al esquema habitual de planteamiento, nudo y desenlace para adecuarse a la estructura teatral, la obra de Atxaga «cuenta con una historia central que nos servía de esqueleto para construir la historia».
‘El hijo del acordeonista/Soinujolearen semea’, que oscila en todo momento por los saltos temporales y pasa alternativamente del presente al pasado para regresar al presente, ha llevado a Telleria a decantarse por la ruptura de la linealidad, aunque añade que «hemos optado por evitar la fragmentación ya que de haberlo hecho perjudicaría a la comprensión de la historia».
Para esta producción se ha reunido a un elenco bilingüe que protagonizará tanto las representaciones en euskera como en castellano de este espectáculo, al igual que la novela, comienza en los tiempos más cercanos, con David a punto de ser objeto de una operación cardíaca. Las obra arranca en un contexto hospitalario y realista, «desde donde David va realizando un repaso a su vida, lo que nos permite una cierta abstracción en las sugerencias visuales de los espacios, y la aparente habitación del hospital tiene unos elementos escénicos evocadores del fuelle de un acordeón que generará otros espacios desde los que surgen los numerosos lugares en los que se desarrolla la obra», indica Bernués.
Para desarrollar la historia de Atxaga el director realiza un guiño a un público que está acostumbrado a los lenguajes escénicos más actuales y a los lenguajes visuales por lo que «dispone de tanta capacidad de abstracción», y podrá resolver las obligaciones narrativas para ubicar las diferentes escenas en los diferentes espacios tanto temporales como geográficos. La multiplicidad de espacios lleva aparejada «cierta complejidad escenográfica por los cambios de escena que se suceden».
Desarrollar sobre el escenario una historia que se extiende durante cuarenta años ha requerido la participación de tres actores para dar vida a cada uno de los dos protagonistas principales durante su infancia, su juventud y en la edad adulta y que serán interpretados por Mattin Apaolaza, Aitor Beltrán y Joseba Apaolaza en el caso de David y por Mikel Telleria, Iñaki Rikarte y Patxo Telleria en el de Joseba. Aunque los dos niños protagonizan apenas una escena a lo largo de la función, la necesidad de complementarización y de dotar de coherencia a los personajes protagonistas durante su juventud y en la madurez que es donde trascurre la mayor parte de la historia, es uno de los retos más significativos de la pieza
Bernués destaca que junto con la historia y las vicisitudes vitales de los dos protagonistas en las que su militancia no es algo meramente anecdótico, «prevalece en todo momento un reconocimiento de la amistad por encima de cuestiones más políticas e ideológicas» y añade el director que «el final de todo ese recorrido entraña un cierto desencanto. Es, como en la vida misma, que los protagonistas se reencuentran» y son capaces de superar las situaciones más trágicas para exponer las situaciones en las que han sido más felices.
Cerrar heridas
El hijo del acordeonista puede ser una de otras historias de calado similar que pueden empezar a aflorar en estos momentos y cuyos entresijos pueden ser más humanos o más vivenciales dentro del mundo de la militancia y el compromiso político; de las dudas, del abandono… lo que lleva a Bernués a apuntar que «yo creo que poco a poco vamos a ir conociendo otras historias cercanas». Sin pretender en ningún momento hacer didactismo, el director sostiene que la obra de Atxaga habla de alguna manera «de la reconciliación, de la necesidad de cerrar heridas, de reencontrarse con los amigos, de completar el relato que hace uno mismo en un contexto determinado. Un elemento que me resulta muy sugerente es que da la impresión de ser un manuscrito escrito a cuatro manos pero en la que resulta imposible saber cuál es la parte que ha escrito cada uno».
Bernués destaca de la producción «la capacidad de los actores para transmitir» sentimientos como nostalgia, amistad o tristeza, lo que da realce a esta representación que «dramáticamente es muy esencial, muy de actores que se cuentan, se miran, se dicen… y que son capaces de provocar emociones entre el público o, por lo menos, de hacer que los espectadores se pongan en el lugar del personaje, por lo menos, que sean capaces de comprender al otro».
Sinopsis:
David y Joseba son amigos desde la infancia. Apenas han dejado de ser unos niños cuando David descubre el colaboracionismo de su padre con los nacionales durante la guerra civil. Fascinados por el descubrimiento de la lucha antifranquista, deciden por razones ideológicas uno, emocionales el otro, militar en la incipiente ETA de comienzos de los 70. Tras un corto y torpe período de lucha clandestina, llega el exilio a Francia. Poco después el desencanto de David y más tarde, el abandono, la traición al amigo y al colectivo. Tras salir de la cárcel, apestado entre los suyos, David se va a América a empezar una nueva vida. Treinta años más tarde, David recibe la visita de Joseba, y el hijo del acordeonista tendrá que enfrentarse a los fantasmas de los que quiso huir.
Ficha artística
Obra: El hijo del Acordeonista/Soinujolearen semea.
Autor: Bernardo Atxaga.
Adaptación teatral: Patxo Telleria.
Traducción castellano: Asun Garikano/Bernardo Atxaga.
Intérpretes: Mattin Apaolaza/Aitor Beltrán/Joseba Apaolaza (David), Mikel Telleria/Iñaki Rikarte/Patxo Telleria (Joseba), Mikel Losada, Amancay Gaztañaga, Asier Hernández, David Pinilla, Vito Rogado/Anke Moll (Mary Ann), Mireia Gabilondo, Iñaki Salvador (Acordeonista).
Escenografía: José Ibarrola.
Vestuario: Ana Turrillas.
Iluminación: Xabier Lozano.
Imagen: David Bernués.
Música: Iñaki Salvador.
Ayte. de Dirección: Vito Rogado.
Dirección: Fernando Bernués.
Producción: Tanttaka Teatroa, Teatro Arriaga – Bilbao, Teatro Principal – Vitoria-Gasteiz, Teatro Victoria Eugenia – Donostia-San Sebastián.