Escritorios y escenarios

El horizonte debería ser horizonte

Vivimos bajo el dominio de un sistema económico llamado capitalismo que organiza, entre otras cosas, nuestros hábitos sociales. Y en occidente, muchas de aquellas relaciones están construidas bajo la lógica de la verticalidad, es decir, siempre hay alguien por encima de otro. Así que se da por natural que el jefe esté por encima del empleado, el maestro del estudiante, el padre de los hijos, el hombre de la mujer o el policía sobre los transeúntes, pero esta conducta naturalizada no es la única posible. No se nos puede olvidar que existen las alternativas. 

¿Cuántas de estás alternativas practicamos en los procesos de creación que lideramos?

El arte, sus procesos y sus modos, es una opción para subvertir dicha rigidez. Aunque paradójicamente, y casos he visto, el arte también se puede volver reproductor de esa lógica. Y entonces el crítico se cree superior al artista, y el artista se considera por encima del público… En el teatro he visto casos tan extremos que el artista es indiferente respecto a si logró o no comunicarse con la audiencia. Cuánto desprecio por el otro. Esta omisión es preocupante. Los artistas también son terrícolas, no son seres superiores que vienen del espacio, aunque algunos se comporten como los elegidos. El problema de considerarse el elegido es que el elegido se considera por encima de los otros. 

¿Por qué queremos ser los elegidos? ¿Para qué?

No obstante, cuando el arte desarrolla procesos con conciencia de ser una singularidad dentro del basto sistema de la cultura dominante, logra alterar el comportamiento de las relaciones sociales normalizadas. Y entonces aparece una intersección, una superficie distinta, un nuevo plano de la realidad en el que las personas son semejantes. Uno de los horizontes del arte debería ser la producción de relaciones horizontales, de tal manera que el crítico, el artista y el público estén en igualdad de condiciones. Y que lo dominante sea el principio de cooperación, que la cooperación sea el primer ladrillo para garantizar la supervivencia de los demás. El capitalismo no nos quiere cooperando, ni conviviendo, no nos quiere en equidad. Pero el arte posee las herramientas para edificar otro tipo de relaciones. En el arte y, en particular, en el teatro, el horizonte debería ser el horizonte. 

Domingo 5 de diciembre de 2021


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