El Laboratorio de Dramaturgia Posdramática de Compostela
El teatro es un juego a través del cual podemos darle la vuelta al mundo. Y con ese juego podemos cuestionar o analizar nuestra vida. Se trata de un juego de presencias necesarias: vuestra presencia, la de la espectadora y el espectador, y nuestra presencia, la de quien actúa y propone el juego.
En el juego del teatro podemos ofreceros las presencias de unos personajes y representaros su historia. Sin embargo, en la dramaturgia posdramática no vamos a convocar en el escenario, a través de actrices y actores, las presencias de personajes, ni tampoco os vamos a representar una historia. En la dramaturgia posdramática vamos a ofreceros, directamente, sin la mediación de unos personajes o de una historia de ficción, el juego con la presencia real de las personas que actúan. El juego de sus cuerpos, en la acción del movimiento o de la quietud. El juego de sus respiraciones, por veces sonorizadas o articuladas en palabras. El juego de sus miradas. El juego de los objetos, de las luces, de las imágenes audiovisuales, de la música. Una intersección de presencias en juego.
Y como el juego del teatro es un arte, vamos a ofreceros ese juego de presencias reales de las personas que actúan, de los objetos, de las luces, de las imágenes y de la música, desde una exploración de lo extra-ordinario, más allá de la zona de confort, escapando de lo común y de lo que llamamos normal o normativo.
Este puede ser un modo de contestar o darle la vuelta al mundo en el que, por lo general, vivimos.
Salir de la norma, de lo normal, de lo común, del hecho de tener que ser hombre o mujer, profesora o alumno, madre o hijo… Salir de los comportamientos y de las estéticas habituales y entrar en otros lugares no controlados previamente por nuestra voluntad finalista.
Salir de esa obsesión por justificarlo todo, por ordenarlo todo, por controlarlo todo desde la mente supone, de alguna manera, liberarnos de los miedos y precauciones que nos hacen ordenar y jerarquizar todo lo que forma parte de nuestra vida. Abrimos, por tanto, un espacio de libertad.
Y este espacio, este apartarnos de las estructuras ordenadoras de la mente, que coinciden, en buena medida, con las estructuras de la narratología y de la construcción de historias, implica afincarnos más en la plasticidad y en la musicalidad de los cuerpos, las voces, las miradas, los objetos, las luces, las imágenes, los sonidos… como materialidad susceptible de generar paisajes escénicos que acaben por interpelarnos, por revelarnos, por hablar de nosotras/os, por erguir cuestiones, por darle la vuelta al mundo.
Al liberarnos de ofreceros las presencias de unos personajes, nos liberamos también de la obligación de representaros unos constructos identitarios reconocibles. Al liberarnos de representaros una historia, nos liberamos también de las reglas que organizan, ponen orden y jerarquía a cualquier historia. Desde la dramaturgia posdramática, el teatro se acerca y se mezcla con la danza y expande sus posibilidades como juego. Casi podríamos decir que el juego es más juego cuando se permite romper fronteras y se atreve a entrar en terrenos más allá del control de una voluntad finalista, utilitarista.
Recientemente, tuve el placer de guiar un Laboratorio de Dramaturgia Posdramática, organizado por la Concellaría de Acción Cultural del Ayuntamiento de Santiago de Compostela y la Escola de Escritoras/es de la AELG (Asociación de Escritoras/es en Lingua Galega), en la Sala Agustín Magán del Centro Sociocultural Santa Marta de Compostela.
En este Laboratorio de composición no hemos creado una obra de teatro cerrada o acabada. Hemos estado trabajando en una dramaturgia, una partitura de acciones para un espectáculo, realizada de modo colaborativo, a partir de la experimentación y de la exploración de unos materiales diversos, que cada participante aportó al proceso de creación. Hemos estado explorando esos materiales y, entre ellos, también, los cuerpos como elemento de composición.
Una dramaturgia compartida y realizada por José Breijo Vidal (Topo), Jorge García Marín, Carlos Labraña, Kirenia Martínez, Yelena Molina, Teresa Moure, Ana Rosa Pavón Grande, Deusa Pérez Goicochea, Paula Sanmartín e Iria Sobrado.
Antes de la muestra final del “work in progress”, una de las actrices y dramaturgas de este Laboratorio, la escritora gallega Teresa Moure, lo explicaba así, en las redes sociales, para las personas que quisiesen venir a ver nuestro trabajo: “Deslocar o assunto da história para a associação de ideias. Colaborarmos. Seguir o fio das outras: beber a sua luz. Empapar-se em sensações, construir ritmos e reconhecer os caminhos transitados. A dificuldade de nos olhar lentamente, visto que os olhos d@s demais refletem a própria imagem, essa desconhecida. Luz e pele, sombras e movimentos do consciente ao subconsciente. Estarmos alerta. A experiência de escrevermos partituras. A aventura da dramaturgia pós-dramática em sessão aberta. Sem se abrir o telão….
[…]” (Teresa Moure. Texto publicado em Facebook, 09/05/19)
(Desplazar el asunto de la historia para la asociación de ideas. Colaborar. Seguir el hilo de las otras: beber su luz. Empaparse en sensaciones, construir ritmos y reconocer los caminos transitados. La dificultad de mirarnos lentamente, visto que los ojos de l@s demás reflejan la propia imagen, esa desconocida. Luz y piel, sombras y movimientos del consciente al subconsciente. Estar alerta. La experiencia de escribir partituras. La aventura de la dramaturgia posdramática en sesión abierta. Sin abrir el telón… […])