Explica Eugenio Barba en el apartado «El cuerpo dilatado», incluido en el libro «El arte secreto del actor», que en el proceso creativo existe una vida de tipo utilitario de los materiales manejados y una segunda vida que les pertenece.
Por un lado, está la lógica que se le imprime a las cosas y por otro lado, la propia lógica de las cosas. La primera lógica, sola, puede conducir a la claridad sin profundidad. La segunda, por su fuerza de control, corre el riesgo de llevarnos al caos. Ahí es donde entra en juego lo que los chinos denominan «li»: el orden asimétrico e imprevisible de lo vivo, el equilibrio existente de la dialéctica entre el orden mecánico y el desorden.
En cualquier proceso creativo, es importante conocer el material con el que se trabaja y el orden que con él pretendemos, pero también es importante colocarse ante los materiales con una especie de estado de ignorancia para escuchar qué nos dicen. Después de todo, a veces es tan difícil explicar cuáles son las decisiones que nos llevan a construir un puzzle con facilidad como saber qué pasos son los que nos hacen desembocar directamente en el caos.
Así, en ese devenir de las cosas, el viernes pasado recibíamos la noticia de la destitución de la directora del Centro Dramático Galego, Blanca Cendán, al frente de dicha institución. Y, según la única explicación emitida (a cargo de la propia cesada), el cese no se producía por una cuestión de gestión, sino por ceder del espacio institucional para un acto reivindicativo por parte de la Plataforma de Artes Escénicas con motivo de la celebración del Día Mundial del Teatro.
Así, la manifestación que el 27 de marzo recorrió las calles de Compostela finalizó con la concentración ante las puertas cerradas del Salon Teatro, sede del CDG: ese espacio institucional que trabaja desde 1984 con el objetivo de normalizar y regularizar la actividad teatral galega. Si hasta ahora la gestión era criticada, a partir de ahora el desconcierto es total. ¿Es la primera lógica de la vida de las cosas o la segunda?
Al día siguiente de la manifestación, los medios de comunicación se hacían eco del anuncio de la Consellería de Educación e Cultura de la «inversión en el teatro de 2,8 millones de euros». Siguiendo la primera lógica de las cosas, podríamos pensar en una estrategia para reducir el impacto de la denuncia del sector de las artes escénicas ante la ciudadanía; atendiendo a la segunda lógica, podríamos apreciar una falta de respeto por la falta de respuestas, de voluntad de diálogo y hasta de censura.
De censura también hablaban los medios de comunicación el día después de la destitución de Cendán, al conocerse la suspensión en Santiago de Compostela de la actuación de Leo Bassi por motivos de «reprogramación global». En esta semana, el alcalde de la ciudad manifestaba su «repugnancia» por el bufón. En este caso, la primera lógica podría ser la manifestación de la repugnancia y la inmunidad política; la segunda lógica, que toda manifestación de repugnancia tiene un recorrido de ida y vuelta. Finalmente, Bassi ha comunicado que el 12 de abril hará doblete en Compostela.
Por eso que entre las constantes faltas de respeto a todo un sector por parte de la institución, los insultos por parte de algunos mandatarios, la opacidad, el silencio y el gusto por el desguace cultural en servicio de no se sabe qué intereses, encontrar el «li» parece un gran imposible.