Zona de mutación

El lugar donde los ángeles no dejan huellas

Quisiera hacer una relación que quizá colabore a aclarar algunos emplazamientos metodológicos válidos para el arte. De hecho me baso en fuentes artísticas. Una es el asunto del ‘no-pensar’ que se pone como supuesta instancia contemplativa que lleva al ‘satori’ en el budismo zen. Esto supone un rigurosísimo trabajo sobre sí mismo y no una complaciente fumigación nazi de las bondades de la sangre, la emoción, el sentimiento y hasta el patriarcal crimen disfrazado de amor al terruño que no encubre más que el salvajismo capitalista y depredador. Ponderar el ‘no-pensar’ a secas, sólo puede ser una carta franca a la ignorancia y sus peligros delincuenciales. Por un lado pongo ‘Zen en el arte de escribir’ de Ray Bradbury, por otro ‘1984’ de George Orwell, en especial un aspecto tremendo de dicha novela, cual es el del ‘doble-pensar’. Ambas plantean el ‘no-pensar’. Ya el genial autor anarco-trotzkista de ‘1984’ decía que ‘la verdad está en la mente, no en la realidad’. La consecuencia del ‘doble-pensar’ lleva justamente a un fatídico no pensar y esto en síntesis vendría a ser cuando dos creencias contradictorias que inoculan la mente, son aceptadas como verdaderas ambas. El efecto de esto es el lavado de cerebro que se produce al tragar e introyectar la trampa, la impostura. Un ejemplo es decir: ‘no estoy ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario’. Otro efecto es la pseudo-amplitud del eclecticismo que genera esa ambigüedad posmodernista del ‘todo vale’, en pro del consumo, del desmantelamiento de un Yo-Fuerte capaz de auto-construir procesos de subjetivación, en pro del ataque del deseo capitalista o el avenimiento a ortodoxias (políticas, artísticas, éticas), que significan de por sí no-pensar, esto es, ignorancia. Ahora, cuando se llega a esa ignorancia, hasta puede vendérsela como una forma de saber, porque es resultado de una ignorancia sistémica que por contraste adquiere rango de ‘cultura’, porque es metodológica, técnica y se ejerce como tupé, como docto borriquismo. Esta catedrática burrez es una enfermedad mortal. Extremando, la violencia social tiene en esta ignorancia una de sus causas. El que se conduce asumiendo que ‘la vida no vale nada’, es más que un nihilista, un ignorante. La mala praxis, el ladronzuelo que dispara sin medir consecuencias, el ‘gatillo fácil’, el barra brava, etc, etc, lo expresan. Lo opuesto a esto es la relajación que surge de la experiencia. Volvamos a Bradbury. Un actor se relaja cuando sabe. Y la experiencia la generamos en la dedicación, en el estudio, en los ensayos, en el trabajo que nos gusta (muy distinto en verdad al que nos da de comer). Cuando ese trabajo nos brinda saber, nos saca tensión. Es decir, hablamos no de una relajación cataléptica sino dinámica, en la que el cuerpo piensa solo. Hay un punto de conocimiento donde deberíamos sentir que la obra se hace sola, se dirige sola. Los personajes percutan en escena y se auto-producen, dan vida a un relato por su cuenta. La unidad psicofísica ha zafado de lo que la coarta. El zen del arte de escribir en la escena como desmantelamiento de la trampa, el ‘no-pensar’ como vuelta a la casa de uno.

 

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Hay una intencionalidad de superficie para matar con un vocablo. Por ejemplo, proferir de manera insultiva ‘comunista’, ‘legitimado’, ‘teatrista independiente’, ‘elitista’, etc. Si el plano de base, el profundo, indicara que el vocablo-arma, en realidad, pertenece a un corpus muerto, habría una paradoja cual es la de matar con un arma muerta, que marcaría sólo la evidencia fanática, sin efectividad en la superficie. La superficie, acá, es el plano del habla, el del intercambio. El ‘doble pensar’ arriba mencionado de un ironista como Orwell, en tanto decimos que es un gran pensador, cuando en realidad es un hombre de acción, se postula como mecánica confusionista. Doblepensar, según el propio Orwell, significa “el poder, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente -importantísimo de estudiar desde el campo actoral-. El intelectual del Partido sabe en qué dirección han de ser alterados sus recuerdos; por tanto, sabe que está falseando la realidad; pero al mismo tiempo se satisface a sí mismo por medio del ejercicio del doblepensar en el sentido de que la realidad no queda violada. Este proceso ha de ser consciente, pues, si no, no se verificaría con la suficiente precisión, pero también tiene que ser inconsciente para que no deje un sentimiento de falsedad y, por tanto, de culpabilidad. El doblepensar está inherente al propio Ingsoc (la neolengua del partido gobernante en 1984), ya que el acto esencial del Partido es la simulación deliberada, conservando a la vez la firmeza de propósito que caracteriza a la auténtica honradez. Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega… todo esto es indispensable. Incluso para usar la palabra doblepensar es preciso emplear el doblepensar. Porque para usar la palabra se admite que se están haciendo trampas con la realidad. Mediante un nuevo acto de doblepensar se borra este conocimiento; y así indefinidamente, manteniéndose la mentira siempre unos pasos delante de la verdad. En definitiva, gracias al doblepensar ha sido capaz el Partido de parar el curso de la Historia”. También, como en la figura cuántica del ‘gato de Schrödinger’, un vocablo puede estar vivo y muerto al mismo tiempo1 . Es un poco el mecanismo de la ideología, lo que también es irónico porque revela que uno ideológicamente puede dar ‘vivo’ cuando la cifra real es ‘muerto’. La corrección al lavado de cerebro, es un re-acondicionamiento, cual es el del ‘Efecto Ludovico’ que sufre Axel (Malcolm Mc Dowell) en ‘La Naranja Mecánica’, cuando puede escindir el pulso de violencia a través de la analogía artificial (impuesta por condicionamiento). El cerebro hace una nueva homoiosis (concordancia entre la cosa y la palabra) que promueve una re-identidad. El imperativo analógico re-articula una cadena pre-digitada de sentidos. Así, ‘comunista’ puede decir ‘te amo’ y ‘te amo’ guardar como meta final, la disgregación cerebral final. Las categorías culturales represivas que listan por un lado ‘comunista’,’subversivo’, ‘judío’, ‘homosexual’, ‘sidótico’, no pertenecen a priori a la misma dimensión de ‘trosco’, ‘comunardo’, ‘peroncho’ 2. O ‘bolita’3 , ‘sudaca’, niger’, ‘colla’, ‘cabecita negra’, (alusiones raciales aparentemente descriptivas pero sutilmente peyorativas de fondo), no se acercan a la dimensión de ‘musulmán’ como llamaban los nazis a ciertos judíos ya impedidos de realizar actividades mínimas y a quienes colocaban como la última borra de la racialidad. O sea, judíos menos que judíos. Como dice Borges en ‘El idioma analítico de John Wilkins’: “No hay clasificación del Universo que no sea arbitraria y conjetural.” Hay una razón, no sabemos qué es el universo. El autoritarismo de lo que se establece como prerrogativa, la de cierta gente que pretende que ‘sabe’ por vía infusa, pero sin sustentar legitimidad por suficiencia, es lo que constituye una petición de principio. Con lo que una clase i-legitimada puede ser un caso, no que se prerrogatee como ilegal en tanto, en el fondo, es sólo un caso de ilegitimidad. Esto porque el cuadro que conforma una convención social, comunitaria, se resguarda como centro, que ponga donde se ponga, presupondrá que la circunferencia demarcatoria estará en ningún lado. Esa fuente de anomía del propio código, es la de un lengua bola que habla pero no dice o viceversa. Cuando el locutor no territorializa, es fuente de esa anomia verbal. El pensamiento liminal que representan los artistas, aún frente a cualquier ideología (doble-pensar) que se ponga, tiene su código. El filósofo Oscar del Barco dice: “Cuando uno cree que ‘sabe’, se cierra a toda epifanía o donación de lo desconocido por ese saber y así, uno lee sólo lo que ya está en su propio pensamiento, sin escuchar al otro”. El arte es éticamente más que la ideología pues carece de omnipotencia subjetiva.

 

(1) Esta idea la desarrollo en mi obra teatral ‘El sueño de Dios’, publicada en ‘Primer Acto’ Nº 309 y en Editorial Arola Nº 3.

(2) Vulgarización pseudo-amistosa de ‘peronista’ en el ambiente político argentino.

(3) Boliviano.

 

 

 

 

 

 


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