El muro del Café de la Danse
Imponente como suelen ser las reliquias en el barrio de la Bastilla, rugoso como las historias a las que da fondo, edificado piedra sobre piedra como antigua muralla, así es el ciclorama del Café de la Danse. Nada en esta sala de espectáculos prometía ser un buen recinto para el teatro, pues es un lugar de conciertos con poco aforo y sin maquinaria teatral. Y sin embargo aquí se presenta año con año y con muy buenos resultados el Festival don Quijote de Teatro Iberoamericano. Contra todo pronóstico el Café de la Danse se convierte durante los días del festival en un sitio ideal para el teatro, en especial para cierto tipo de obras que evoquen el encierro, las reliquias, las piedras de la historia… ¿Por qué razón? Por su magnífico muro de fondo que se tiñe al ritmo de la imaginación del iluminador, hasta convertirse en un actor-espectador de las escenas. Ciclorama que puede convertirse en muralla, celda, castillo medieval, o un navío de piedra, todo dependiendo de las necesidades del grupo y de la obra.
Para los aficionados al Festival, el Café de la Danse se ha convertido en una locación indispensable. En esos días el escenario y sus tribunas se transforman en algo plástico y flexible, mostrando una vez más la versatilidad del teatro. Una de las magias indispensables del teatro es el manejo del espacio escénico, ahí se plasma el juego humano por excelencia, ahí se respira el mismo aire, y es un Caballo de Clavijero o alfombra mágica que nos lleva por los mundos de la imaginación. Un Todo. Y en el muro del corazón de la Bastilla pueden proyectarse todos estos sentimientos.
Todo esto vale para anunciar que la segunda parte del Festival Don Quijote de París ya se inició. Abrió la danza la obra ‘La piedra oscura’ de Alberto Conejero, dirigida por Pablo Messiez, con la compañía LaZona, una evocación de las últimas horas del que fuera compañero sentimental de Federico García Lorca. El muro del Café de la Danse se convierte en este caso en un hospital de campaña. Y habla de los terrores pasados y de los que habrán de venir, porque eso es lo que sabe hacer el teatro: suspender el transcurso del tiempo en un espacio consagrado.
También habrá de presentarse ‘El triángulo azul’ de la compañía Micomicón y Famélica de Juan Mayorga con la compañía La Cantera. Pero de estos espectáculos ya tendremos oportunidad de hablar en otras entregas.
Hoy evocamos ese magnífico muro ciclorama de piedra del Café de la Danse que no es café, ni salón de baile, es una sala de conciertos que en el tiempo de un festival se convierte en sala de teatro.
Enrique Atonal Noviembre 2016