El musical de memoria histórica ‘Rancho Porlier’, de gira por varias ciudades
Emilio Goyanes firma este espectáculo sobre la prisión franquista ubicada en el Barrio de Salamanca de Madrid
La compañía Laviebel está de nuevo de gira con el espectáculo musical ‘Rancho Porlier’, sobre la vida en el barrio madrileño de Porlier y en la cárcel del mismo nombre, en la que miles de presos del franquismo vivieron en condiciones infrahumanas asistiendo a ejecuciones diarias. El espectáculo, estrenado en octubre del año pasado, puede verse el próximo 1 de diciembre en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria, dentro de la Muestra de Teatro Contemporáneo de Santander; el 13 y 14 de enero en la Sala Tarambana de Madrid; el 20 de enero en el Teatro Tomás y Valiente de Fuenlabrada y el 27 de enero en el Teatro de la Sensación de Ciudad Real.
Escrita y dirigida por Emilio Goyanes, estamos ante una historia sobre el pasado con una puesta en escena actual, en el que encontramos lenguaje coreográfico contemporáneo, teatro documento, meta teatro, acciones simultáneas, humor infiltrado, cambios de personaje a la vista, luz robótica, proyecciones cenitales: rock, electrónica, soul, reague, electrotango, electroswing, nueve canciones y siete escenas rapeadas… Larisa Ramos, Antonio Leiva, Raquel Criado, Clara Pérez y Antonio Molina dan vida a los personajes, acompañados de cuatro músicos en escena: Blasa Sáez, Tomi del Ciotto, Pablo García Lastra y Chesco Ruíz.
A lo largo de 30 años de actividad ininterrumpida y 34 espectáculos, Laviebel ha conformado un sello de fábrica cercano al teatro musical y al cabaret. ‘Rancho Porlier‘ (2022), forma parte de una trilogía junto a ‘Cabaret Caracol‘ (2000) y ‘La Barraca del Zurdo‘ (2010). Ana Manzini, una cantante de cabaret argentina, viaja a España en 1932 para vivir el varieté madrileño. Actúa todos los viernes en el Cabaret Satán, donde conoce a Marcos, el ebanista utópico. Se casan al modo anarquista. El 18 de julio de 1936 nace su hija Libertad. Ese mismo día estalla la guerra. La viven en la ciudad sitiada, junto a sus amigos del Satán. En 1940 les conceden una habitación en El Rancho Grande. La vida no es fácil. Después de un mal encuentro con el cura y el encargado del Rancho, detienen a Marcos y lo llevan a Porlier, poco después le condenan a muerte en un juicio sumarísimo.
“En 1983 ya tenía la intención de hacer este espectáculo. Mi padre llevaba años hablándome sobre el Rancho Grande y la Cárcel de Porlier. Esta idea ha estado reclamando su sitio durante cuatro décadas y por fin en 2020, gracias al confinamiento, empezó a tomar forma -cuenta Emilio Goyanes-. Lo que me ha movido es el orgullo que me produce esta generación de gente dura que, a pesar de las circunstancias, supo salir adelante sin perder la dignidad para convertirnos en lo que somos. Hablamos de nuestra gente. Los llevamos en el código genético…»
En 1940, hay demasiada gente sin casa en Madrid. El gobierno habilita una zona de talleres, cerca de la Glorieta de Cuatro Caminos. 18 naves, con un gran patio y una capilla. En cada nave un pasillo central, a los lados 28 habitaciones de 4 x 4, en el centro 2 váteres turcos, 2 duchas de agua fría y 2 cocinas de carbón. Alojan allí a unas 2.500 personas. Los vecinos lo conocen como El Rancho Grande.
«Cuando llegaron al Rancho, mi padre tenía 15 años y vivía con mi abuela y sus dos hermanos, mi madre tenía 12 y vivía con su abuelo. Años después se conocieron y se casaron. No es fácil imaginar, como es vivir en esas condiciones durante más de 20 años. Rancho Porlier cuenta esta historia desde el teatro musical», recuerda el director y dramaturgo.
«Las cárceles están llenas y el régimen decide crear 19 prisiones provisionales. En pleno Barrio de Salamanca, en la Calle General Díaz Porlier, habilitan un colegio salesiano. En la Cárcel de Porlier, hay unos 5.000 presos, 800 de ellos condenados a muerte. Mi abuelo Emilio Goyanes, ebanista de oficio, era uno de ellos. Le acabaron conmutando la pena y le soltaron tras 15 años de prisión. En 1955, consiguió volver con su familia al Rancho. Sobre Porlier hay mucha información, documentos, libros y reportajes, que me han servido para confirmar muchos de los sucesos y personajes de los que me habló mi padre. Mario Carreño, un pintor vanguardista de origen cubano, fundó en 1934, en la actual sede de la Filmoteca Nacional, el Cine Doré, un local que fue todo un escándalo en su momento: Cabaret Satán. Pronto se convirtió en una referencia para los artistas de variedades que actuaban en los numerosos teatros y locales del Madrid republicano. En plena guerra siguió funcionando, con una actividad desbordante».