Críticas de espectáculos

‘El patito feo’/A la Sombrita Teatro de Sombras: Un patito de luces y color

Obra: El patito feo Autor: H. C. Andersen Dramaturgia: Maribel Peñalver. Adaptación: José-Diego Ramírez. Compañía: A la Sombrita. Titiritero: José- Diego Ramírez. Escenografía e iluminación: José-Diego Ramírez. Diseños siluetas: Juan Pedro Riego. Espacio sonoro: Sulpicio Molina. Dirección: Alberto Alfaro. Teatro Arbolé. 19 de febrero de 2011. Aforo completo.

A la Sombrita, compañía andaluza de teatro de sombras, presentó el pasado sábado en el Teatro Arbolé su versión de ‘El patito feo’, el popular cuento de Hans Christian Andersen. Es indudable que los cuentos clásicos tienen tirón. Todo el mundo los conoce, los ha leído, los ha contado o los ha escuchado alguna vez. Y lo conocido, lo que nos suena, aporta cierto punto de confianza, de efecto llamada al que los espectadores responden, como atestiguó la sala absolutamente abarrotada.

En esta ocasión, ese crédito del que disfruta lo clásico se plasmó sobre la escena en un buen espectáculo teatral que suma, a la cercanía de los cuentos de ‘toda la vida’, lo mágico del juego entre luces y sombras y su capacidad para despertar la fantasía. La sombra, ese elemento que es pero no es, que existe pero se esfuma, que no tiene entidad corpórea, sólo visual, es lo más parecido a un sueño y provoca el vuelo de la imaginación. La dramaturgia que firma Maribel Peñalver se mantiene fiel a la obra de Andersen recogiendo sus pasajes más significativos: el cisne que nace accidentalmente en un nido equivocado, su rechazo por demás los animales de la granja por ser diferente y su obligado exilio por la incomprensión, la crueldad de la ignorancia y la maldad deliberada. Al final de un largo trayecto de penurias y aprendizaje, el patito descubre al verse reflejado así mismo en el agua, que es realidad un hermoso cisne.

Estructura el discurso escénico alternando la narración en off con escenas que se desarrollan sin palabras, sólo con la fuerza de las imágenes y el juego de la luz, el color y la sombra. Paisajes y personajes que de pronto surgen de la pantalla inundada de color, escenas que se encadenan unas con otras por medio de fundidos muy logrados, siluetas articuladas que alcanzan una gran capacidad expresiva y gestual gracias a un buen trabajo de manipulación, un guión técnico concebido con inteligencia y creatividad y realizado con limpieza y buen ritmo, son los elementos que conforman una propuesta atractiva y de gran riqueza visual, con la que el público más pequeño disfrutó y lo pasó bien.

Joaquín Melguizo
Publicado en heraldo de Aragón 21 de febrero de 2011


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