El reino de las Isabelles
Su reino es la escena viviente del teatro o las sombras de la pantalla. Dos actrices de la misma generación que han reinado en el ámbito francés e internacional (gracias al cine) desde principios de la década de los 70; hablamos de Isabelle Adjani e Isabelle Huppert.
Dos destinos que se encontraron sólo una vez en la película: Las hermanas Bronte, (1979) de André Techiné, y desde entonces sus carreras no volvieron a cruzarse. Son dos estilos, dos caminos diferentes, dos ejemplos de creatividad que se complementan a medida que se separan. La Adjani con un talento monstruo que se manifestó desde que puso un pie en la escena; la otra, la Huppert con un talento firme y trabajado a través del tiempo hasta alcanzar la cima que ahora ostenta. Diferentes en todo, menos en el nombre: Isabelle.
Adjani es una hija de inmigrantes, su padre es argelino, su madre alemana. De origen modesto, se crió en los suburbios populares de París, y a partir de su adolescencia fue un portento en la actuación precoz, un torbellino de talento.
Huppert nació en uno de los distritos más elegantes de la capital, el XVI, símbolo de la burguesía parisina. Su formación fue más clásica con un paso por el conservatorio y un trabajo escolar más firme, pero que ha avanzado con pasos seguros hacia la consagración.
La diferencia de origen entre estas dos actrices me recuerda a los dos filósofos franceses más distinguidos en el siglo XX: Albert Camus y Jean-Paul Sartre.
Camus fue un franco-argelino de origen muy humilde. Su padre murió en la Primera Guerra Mundial y su madre trabajó como sirvienta para mantener a sus hijos. Gracias a su maestro de primaria (al que dedicó su Premio Nobel), pudo entrar a uno de los mejores liceos de Argel, estudiar ahí con éxito y llegar a París en los turbulentos años 40. Fue un hijo de la escuela pública y laica.
Jean-Paul Sartre nació en el seno de una familia de la alta burguesía, también en el distrito XVI, fue a la Escuela Normal, la mejor escuela de Francia y su formación fue muy sólida.
Los casos de Adjani y Camus son un ejemplo de la movilidad social francesa, en donde se aplica el principio de Libertad, Igualdad, Fraternidad, que a pesar de su desgaste, es un lema que permite a muchos relegados y extranjeros ocupar puestos importantes y tener un trato de iguales ante los más favorecidos: es una herencia de la Revolución Francesa. No siempre se cumple, pero es un principio que puede ser invocado ante cualquier administración.
Recientemente tenemos el caso de José Martínez que acaba de ser nombrado director del Ballet de la Ópera de París, sin importar su nacionalidad española, pero tenemos otros ejemplos de españoles que han dirigido en Francia: el catalán Lluis Pasqual, que dirigió el Teatro Nacional del Odeón, y Joseph María Flotats que estuvo en la Comedia Francesa durante varios años.
Actualmente el nuevo director del Festival de Aviñón es el director portugués Tiago Rodrigues, y la lista se extiende: Francia es un territorio abierto a la calidad y a la fama, y muchos personajes exitosos provienen de la inmigración. Otro ejemplo lo tenemos en Gustavo Dudamel, puro producto venezolano que ha escalado en el difícil mundo musical, hasta llegar a la dirección musical de la Ópera de París.
Pero regresemos a nuestras Isabelles que siguen activas y proyectan talento en con su presencia en la escena. Actualmente Isabelle Huppert está en el Teatro del Odeón con la obra El Zoológico de Cristal de Tennesy Williams, dirigida por Ivo van Hove, mientras que Isabelle Adjani está en la película Mascarade de Nicolas Bedos y sigue con una interesante carrera teatral, en la que destaca su último trabajo en El vértigo Marilyn una semblanza crítica de la actriz. Las Isabelles representan dos faces, dos momentos, doble riqueza a pesar de su edad…
Porque esa es otra característica local, aunque los años desgasten y de una belleza tardía aparezca, las actrices de calidad siguen trabajando: lo hemos visto en Catherine Deneuve, o en la extraordinaria Jean Moreau quien hasta el final de sus días pudo subir a escena. Y aquí evoco a María Casares, otro prodigio de actuación llegado de España, a quien próximamente dedicaré una crónica en este espacio.
Pero la visita a nuestras Isabelles me causa mucho placer: dos mundos, dos estilos, dos visiones que como ejes se una misma hipérbole se encuentran en el misterioso ámbito de la actuación.
París, noviembre de 2022