El Teatre Tantarantana presenta ‘Eileen Shakespeare’ de Fabrice Melquiot en la sala Arbolé
El Teatro Arbolé de Zaragoza presenta este jueves y viernes (días 22 y 23 de octubre), a las 20.30 horas, el espectáculo “Eileen Shakespeare”, de la compañía catalana Tantarantana Teatro, dirigido al público juvenil y adulto. Esta obra, del dramaturgo francés Fabrice Melquiot, se pregunta ¿qué habría ocurrido con William Shakespeare si hubiera nacido mujer, si se hubiera llamado Eileen Shakespeare?
¿Cuántas voces de mujeres se han perdido, se han quedado a medio camino? ¿Cómo hubiera sido nuestra literatura? ¿Y el teatro? ¿Y la historia? ¿Y la economía? Y, sobre todo, ¿quién es Eileen Shakespeare hoy?
Porque Eileen Shakespeare no es un personaje. Es la hipótesis de qué hubiera ocurrido con Shakespeare si hubiera nacido mujer. Es una voz colectiva, que ha quedado enclaustrada por los siglos de los siglos entre el XVI y el XXI –que se superponen poéticamente en la obra-, un alma atrapada en una dolorosa no existencia, la de la escritura que no ha llegado a ser.
Eileen abandona Stradfort con un hijo y un marido para viajar a Londres y dedicarse exclusivamente al teatro, como autora y como actriz, tal y cómo hizo su hermano. Pero la escena de Londres sólo admite hombres y prostitutas. En este Londres apestado tanto intelectual como moralmente, Eileen tiene visiones de futuro, sueña con el siglo XXI, escribe su propio destino y está dispuesta a desviar el curso del río de la historia de los seres, hombres y mujeres. Como Juana de Arco, quema su vida decidida hasta la muerte, con una fe sólida e irreversible que culminará en la pira encendida.
Eileen Shakespeare nos hace pensar en Virginia Woolf, en su personaje Orlando, que vive más de trescientos años para explicar la historia de Inglaterra; en Juana de Arco, en Don Quijote, en árabes e indios de hoy en día de las grandes ciudades europeas, en los locos y en los mendigos, porque en cualquiera de ellos podría hallarse el alma de una gran escritora.
Fabrice Melquiot, a través de un lenguaje poético y simbólico, alejado de psicologismos, construye un flujo de consciencia ambiguamente preciso, que despierta universos de resonancias y asociaciones tan poéticas y esotéricas como sociales y políticas. Precisamente por eso, Eileen Shakespeare no es un monólogo que se pueda poner en pie, no está pensado para eso, y su arquitectura misma –rica y flexible- tampoco lo permite sin implicar con ello un acto de reduccionismo en relación al texto.
La fuerza de la obra se basa en su carácter de detonador de imágenes, en su potencia como texto / pretexto para un todo, en el que los lenguajes escénicos tienen el mismo nivel de importancia que la palabra dicha. Un todo, es decir, un espectáculo que busca recuperar el imaginario, el ritual, la fuerza del inconsciente.