El teatro amateur ¿de qué hablamos?
Antes que nada, quizás deba aclarar porque uso el término amateuren vez de aficionado, más propio de nuestro idioma. El término aficionado,aplicado al teatro, tiene una marcada connotación peyorativa. Cuando, por ejemplo, calificamos a un actor profesional como aficionadoqueremos decir que es un actor que hace mal su oficio. Del mismo modo, existe una idea grabada en el inconsciente colectivo de considerar al teatro aficionado como una mala copia del teatro profesional o un tipo de teatro de baja calidad o pobre en recursos hecho por personas inexpertas y sin formación o que hace teatro como pasatiempo o hobby. Y aun admitiendo que en algunos casos podrían aplicarse estos calificativos, tanto al teatro amateur como al profesional, la valoración general que se puede hacer actualmente de la producción teatral de ambas opciones es bien distinta. Hoy por hoy, el nivel de calidad de las creaciones de los grupos o compañías consolidadas es muy aceptable.
Yo, sin embargo, y sin renegar del término aficionado, me permito usar la palabra amateur, un préstamo lingüístico tomado del francés y admitido por la Real Academia Española de la lengua. Amateures un término tomado del latín amator, «el que ama», derivado de amatum, supino de amare, «amar». Y a la opción de las artes escénicas alternativa a la profesional le define mejor el término amateurque no lleva aparejados los lastres que acompañan al vocablo aficionado. Su uso me ayuda también en la mejor defensa o promoción de esa opción.
Dicho esto, intentaré responder a la pregunta del título. Para ello me permitiré seguir el método de Pedro Grullo, célebre decidor de obviedades y tautologías retóricas.
Cuando hablamos de teatro nos podemos referir a tres cosas diferentes… a una parte del grupo de las artes escénicas, a un género de la literatura o al espacio o edificio donde se representan las piezas teatrales. Solo en la primera de las acepciones podría aplicársele la condición de amateur o aficionado, pues ya existe una convención asumida y una costumbre muy extendida, de llamar amateur o aficionado al teatro realizado por grupos de teatro amateur o aficionado.
Pero el término amateurtambién puede aplicarse a la personaque practica sin ser profesional un arte -en nuestro caso teatro-, es decir, sin hacer de él su medio de vida.
Por otra parte, los grupos de teatro amateur están formados por personas que se reúnen y suman sus esfuerzos para producir o representar piezas teatrales -hacer teatro- sin fines lucrativos. Lo de no perseguir fines lucrativosviene condicionado por la elección de su formato legal.
En conclusión, se podría decir, aun admitiendo que no existe una unanimidad conceptual, que TEATRO AMATEURes el arte de la escena, realizado por agrupaciones teatrales que no persiguen con su actividad fines lucrativos, y compuestas mayoritariamente por personas que practican esta actividad sin hacer de ella su medio de vida.
Pero, para completarla, deberíamos incorporar a esta definición general tres características que perfilan aún más el concepto de lo que podríamos considerar como teatro amateur en el mundo de las artes escénicas actuales.
En opinión de Marie-Madeleine MERVANT-ROUX en la introducción del libro Du théâtre amateur, Approche historique et anthropologique, para que una actividad dramática merezca el apelativo de amateur se deben reunir tres condiciones: a) El fin de la actividad debe ser el teatro, no solo una acción relacionada transversalmente con el teatro; b) Su estructura debe ser autónoma; c) De una forma u otra la relación con el público debe ser uno de los objetivos, más o menos próximo, de sus participantes.
Muchas actividades que en la actualidad son denominadas amateurse deben más al carácter de novatos de sus miembros, pero no responden como estructura a estas condiciones.
Por otro lado, desde la teoría teatral general muchas veces no se distingue entre las diferentes formas de hacer teatro no profesional y se mezclan las manifestaciones propiamente amateurs con otras prácticas transversales esporádicas como el teatro escolar, el teatro terapéutico, o experiencias que incluyen el teatro como un apartado más de la actividad.
En nuestro país no son muchos los estudios y menos aún las investigaciones que hayan reflexionado sobre el teatro amateur. Digo que “no son muchos” para curarme en salud, porque yo no conozco ninguno, aunque esto no quiere decir que no existan. Al menos no conozco ninguno que haya estudiado de forma global, amplia, -o ponga el acento en alguna de sus especificidades- el teatro amateur y se haya aventurado en una definición clara. Ningunas de las ciencias sociales ha considerado digno de estudio el teatro amateur. Ni desde la sociología, la historia, la antropología se consideró útil o necesario enmarcar y analizar esta opción de las artes escénicas. Ni siquiera desde la estadística cultural ha habido interés en recoger las cifras o estudiar la dimensión real de su implantación.
El importante desarrollo que han alcanzado en las últimas décadas las iniciativas no lucrativas en general, y dentro de las artes escénicas la opción amateur en particular, y su papel cada vez más activo en el sistema económico; bien merecerían una toma de conciencia y una reflexión en profundidad sobre cómo será ese futuro que empieza a vislumbrarse.
Hay un mundo por descubrir para cualquiera que desee saber más o quiera reflexionar sobre el sentido y el valor de la noción de amateurismo en el caso particular de vida teatral.
Y recuerden, aquellos que no quieran saber, lo que dijo Goethe “Nada hay más terrible que una ignorancia activa”.