El Teatro Gayarre reestrena la ‘Katiuska’ de Pablo Sorozabal
El escenario del Teatro Gayarre va a acoger el viernes 26 y el sábado 27 de enero (8 tarde), la puesta en escena de la reposición de la zarzuela de Pablo Sorozabal “Katiuska”, una producción de la Fundación Municipal Teatro Gayarre estrenada en este escenario en enero de 2002. El Teatro Gayarre acoge los días 26 y 27 de febrero la puesta en escena de la zarzuela “Katiuska”, de Pablo Sorozabal, en una producción de la Fundación Municipal Teatro Gayarre. Esta reposición que dirige Carol Verano y cuenta con la participación como intérpretes de Sabina Puértolas, Federico Gallar, Jon Plazaola, Mar Abascal, Juan Manuel Cifuentes, Luis Álvarez, José Mari Asín , Aurora Moneo, Ricardo Romanos, Jesús Idoate, Pilartxo Munárriz y Pablo Sánchez, así como del Coro Lírico de Navarra y de la Orquesta Sinfónica de Navarra, todos ellos bajo la dirección Luis Remartínez, La escenografía e iluminación es obra de Tomás Muñoz y el vestuario de Gabriela Salaverri. Estrenada en enero de 2002, esta producción del Teatro Gayarre se repone ahora en nuestro escenario desde donde viajará al Auditorio Kursaal de San Sebastián.
Opereta en dos actos
“Katiuska”, opereta en dos actos, con texto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso, estrenada en 1931 en Barcelona y más tarde, el 11 de mayo de 1932 en Madrid, fue la primera zarzuela de Pablo Sorozábal (Donostia, 1897-1988) y su primer gran éxito. Con toda seguridad hubiera pasado a la historia del género con obras como “Don Manolito” o “Black, el payaso”, pero posiblemente su nombre se hubiese extinguido con el tiempo, como el de otros tantos cientos de autores, si no llega a ser por tres obras de gran importancia: “Katiuska”, “La del manojo de rosas” y “La tabernera del puerto”.
Pablo Sorozabal, como casi todos los compositores de aquella época, era muy consciente de que sólo podía vivir del fruto de su trabajo si escribía para el teatro. En el Estado español no ha habido nunca una tradición sinfónica como tampoco la ha habido en Italia. Los países latinos son más dados a la escena teatral, y como la aventura de la ópera española, a pesar de sus muchos intentos, no acababa de funcionar se dedicó a escribir zarzuelas o, como en el caso que nos ocupa, operetas.
¿Opereta? ¿Zarzuela? Opereta se denominaba casi siempre a la obra que tenía una localización más exótica, como es el caso de “Katiuska” que se desarrolla en la Rusia revolucionaria. No obstante es muy difícil para el público dejar de denominar a cualquier obra lírica española zarzuela. La diferencia entre opereta y zarzuela se debe, por tanto, a lo que bien se puede denominar un accidente del libreto. Serán, con algunas excepciones, zarzuelas o sainetes las que se desarrollen en distintos lugares del Estado español y operetas las que discurran fuera de nuestras fronteras. Pero no es solo cuestión de denominación ya que la localización casi siempre tiene reflejo en la música. Así, en “Katiuska” encontramos una partitura repleta de elementos exóticos y es, a la vez, un producto típico de una época en la que los músicos se veían influenciados por tres grandes corrientes: el dodecafonismo de la segunda escuela de Viena, el verismo italiano y el jazz norteamericano. Normalmente los músicos respondían a uno de esos estilos, si bien algunos autores mezclaron dos o incluso los tres. En este sentido hay que señalar que Sorozábal era ferviente admirador de Puccini, de ahí las influencia veristas de sus partituras, aunque el jazz está presente en la mayoría de las obras del compositor. Sin ir más lejos, en “Katiuska” hay dos números en el segundo acto que responden a este estilo de música.
Aunque la obra es la respuesta a la demanda del público de su época, un tanto kitsch si se quiere, no hay duda de que está plagada de grandes aciertos y de páginas que, a buen seguro, permanecerán en la memoria de muchas generaciones de aficionados a este género musical.
Esta zarzuela cuenta la historia de una muchacha que es capaz de renunciar por amor a una vida acomodada y se adentra en la historia de un pueblo que se ve obligado a abandonar su tierra por culpa de una guerra civil. Y todo ello envuelto en el aire ligero y fresco de las operetas, con el humor típico de la zarzuela española, y con la espléndida música del gran compositor Pablo Sorozabal.