El tiempo en los pies de Amparo Martínez Paz
Lo breve y lo eterno suelen ser uno en la poesía. En unos pocos versos puede entrar el mundo y ponerse a orbitar. Dejamos el poema y su movimiento continúa. A veces también pasa algo parecido con las artes escénicas. Una pieza breve, en menos de media hora, puede desprendernos del tiempo cronológico fungible y catapultarnos hacia una vivencia de lo eterno. Curiosa paradoja la eternidad en lo efímero de la danza, por ejemplo.
Esta sensación aún se hace mayor cuando se trata de “Site-specific art”, por su condición impermanente, por su transformación momentánea de un espacio que, a priori, no implicaba ni tenía una dimensión artística.
Amparo Martínez Paz (Vigo, 1958), coreógrafa pionera de la danza contemporánea en Galicia, ha estrenado, el viernes 16 de febrero de 2024, en A Morada, Vigo, ‘PF – SITE SPECIFIC 023’. Una pieza breve que, igual que la poesía, concentra y abre la dimensión temporal, en una especie de “mise en abyme” del cuerpo joven, de unos treinta años, en el cuerpo de una edad madura, que está llegando a los sesenta y seis.
Como en un díptico, en la primera parte vemos un vídeo, proyectado en la pared de las escaleras de A Morada, de una joven Amparo bailando en las escaleras de una casa vieja. Se trata de una parte del material audiovisual creado en 1990 para el videodanza ‘Puzzled Feet’, editado en 2006 por Diego Santomé, unas de las primeras obras de videodanza de Galicia. En esas imágenes, una joven de treinta y pocos años juega con los peldaños en diferentes combinaciones de pasos, arriba y abajo, desafiando, en la velocidad y el ímpetu, las aristas y los posibles tropiezos. Sus zapatos parecen tener vida propia y sus pies podrían ser los dedos que pulsan las teclas de un piano, o las cuerdas de una guitarra, en los peldaños de madera. El movimiento percusivo de los zapatos genera la música. Las piernas y el resto del cuerpo acompañan, mientras las manos se apoyan en las barandillas y las paredes.
En aquel “site-specific” de los 90 Amparo hace un dúo con las escaleras muy concentrado, ignorando a la cámara que la filma. La energía fluye entre las escaleras y la bailarina de una manera circular. La danza produce un espacio sonoro, produce música y, en este sentido, modifica el tiempo al jugar con él. En esas imágenes de vídeo también circula el contraste poético entre la mujer y la niña. La primera por la propia edad de la persona que actúa, la segunda por la evocación que surge en los saltitos arriba y abajo, como en un juego infantil.
Se acaba el vídeo con unas frases escritas que nos hablan del pasado como posible llave del presente y del futuro. Vemos los zapatos solos en uno de los peldaños de la escalera. Comienza la segunda parte sintiendo la presencia invisible de Amparo. La sentimos en lo alto de la escalera, pero aún no la podemos ver. Escuchamos el roce de sus pies de sesenta y cinco años en la madera de estas escaleras nuevas de A Morada. Poco a poco van apareciendo los pies desnudos, las piernas, las manos. Nuestra posición lateral nos impide ver el tronco y la cabeza. El efecto óptico forma parte de esta fragmentación del cuerpo y de la focalización en las piernas y los pies desnudos. El dúo con las escaleras hace, a su vez, un dúo, con las imágenes de vídeo de la primera parte. El efecto desdoblamiento tiende un puente de más de treinta años entre aquel cuerpo y este. Sin duda, muchas personas podrían preguntarse si se trata de la misma persona, del mismo cuerpo. Si se trata de la misma persona, pero de distintos cuerpos, o incluso de diferentes personas. ¿Soy el mismo que hace treinta y pico años? ¿Este cuerpo es el mismo? Las preguntas que nos podemos hacer son simples, pero las respuestas son complejas.
El cuerpo es un archivo temporal y trae consigo la experiencia y la historia vivida. En ‘PF – SITE SPECIFIC 023’, Amparo juega con el espacio de una manera creativa más suave y táctil. La piel de pies y piernas y la madera de las escaleras entran en contacto, con toques, arrastres, roces, caricias, golpes. El pasamanos de metal y la pared también son activados por el movimiento y el contacto. La danza es una exploración coreográfica en el espacio, que produce sonidos más sutiles y susurrantes que la percusión del zapateado de ‘Puzzled Feet’ filmado en los 90, y genera imágenes más tiernas y delicadas.
El tiempo está en el cuerpo y en la presencia, la joven también está en la Amparo de hoy, en la frescura que emana de su creatividad singular y en el espíritu lúdico y poético que se desprende de esta pieza.
La escala del tiempo no sólo brota en su rica dimensión simbólica, sino también en la musicalidad de esa escala coreográfica en la que pies y piernas desnudas tocan, suben, bajan, rozan… el tiempo que huye, atrapándolo, para nosotros, en este hechizo.