El XIV Concurso Internacional de Piano de Santander declarado desierto
La «estandarización» del arte y el miedo a «perjudicar más que beneficiar» a un posible ganador han llevado al Jurado del XIV Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O’Shea a declarar desierto el primer premio del certamen, según explicó su presidente, Antoni Ros Marbá. Preguntado sobre qué ha faltado para que uno de los participantes se hiciera merecedor del galardón, indicó, por un lado, que debido a la envergadura y el prestigio del concurso, concretamente a la cantidad de conciertos que el ganador del mismo se vería obligado a ofrecer, quizá el haber hecho recaer el primer premio en uno de los participantes le hubiera perjudicado más que beneficiado.
Sin embargo, también reflexionó sobre los propios participantes y sobre los músicos en general. «La técnica no tiene ya secretos», aseguró Ros Marbá, quien, sin embargo, hechó de menos aquello que los artistas «sacan de dentro». «Las orquestas, por ejemplo, son cada vez mejores técnicamente y cada vez ensayan menos; se está entrando en el terreno del star system», prosiguió el presidente del Jurado, quien no quiso hablar de «clonación» de artistas, sino de una «estandarización del propio arte».
«Esto no quiere decir que tiempos pasados fueran mejores, pero sí que algo está cambiando», reflexionó Ros Marbá, quien se preguntó si los grandes artistas de principios de siglo tendrían éxito en la sociedad actual, que ha impuesto un ritmo, aseguró, «que afecta a los artistas».
Observó, asimismo, que, sin embargo, dentro de esta edición del concurso ha habido pianistas «con mucho talento» que han quedado fuera en la primera fase, quizá debido a que su técnica centroeuropea no sido valorada como las de los artistas formados en la escuela Rusa o las academias americanas, que son muy similares, añadió.
Preguntado por si la elección por parte del Jurado de artistas de estas dos últimas escuelas para las finales no favorece precisamente la estandarización que denuncia, indicó que «después el artista es único».
Sobre el dominio de los artistas orientales en las finales de los concursos de piano, Ros Marbá se preguntó si «hay crisis en el mundo occidental». «El mundo oriental está abierto al futuro y me pregunto si, frente a ello, el mundo occidental no se está haciendo viejo y necesita una regeneración», reflexionó.
Cuestionado sobre las deliberaciones del jurado, aseguró que se han registrado pocas discusiones, que sus miembros han sido muy comprensivos con los jóvenes participantes y que, en cualquier caso, «ha sabido muy bien el terreno que pisa». «El Jurado quizá ha podido dar un toque de sensatez», espetó.
Por su parte, el tercer clasificado ‘es aequo’, el norteamericano Ning An, de 25 años, aseguró no sentirse decepcionado por la decisión del Jurado y aclaró que, hubiese ganado el primer premio o no hubiese conseguido galardón alguno, «seguiría buscandome a mi mismo». «No estoy aquí para satisfacer a ningún Jurado, sino para encontrar mi verdad en la música», sentenció.
Reconoció que se ve forzado a presentarse a concursos para conseguir conciertos y que, en realidad, le gustaría no tener que competir de nuevo. Sobre el concurso de Santander, afirmó haber vivido una «buena experiencia» e indicó que en las competiciones los artistas han de ser «colegas, apoyarnos y creer los unos en los otros».
Preguntado sobre el dominio asiático de los concursos, observó que quizá el hecho de que ciertas artes se introdujesen en Asia más tarde hace que los artistas aporten «frescura» o que se empleen con más «pasión».
En el mismo sentido se pronunció la otra tercera clasificada, la surcoreana Soyeon Lee, de 23 años, quien consideró «admirable» que los asiáticos destaquen cada vez más en artes y deportes en los que se han iniciado mucho más tarde que los occidentales. Preguntada sobre la lección aprendida en este concurso, aseguró que no viajó a Santander para aprender lección alguna, sino para ensayar sus conciertos y tocar ante el público, «que es lo que quería», añadió.
El segundo clasificado del concurso, el israelí Boris Giltburg, de tan solo 18 años, reconoció que quizá no ha demostrado estar preparado para recibir el primer premio, especialmente ante la cantidad de conciertos que el mismo implica.
Asimismo, señaló que en este certamen ha aprendido «algunas lecciones», como que en concursos de esta envergadura «no se toleran los errores». Se mostró agradecido, no obstante, por el hecho de que el Jurado le seleccionase para la final pese a haberse quedado en blanco durante unos instantes en la semifinal.