En el punto de mira
24 días de función. 2007 espectadores. 96% de ocupación. Estos son los números de «Principi d’Arquimedes» de Josep Maria Miró estrenada en la «casa de los autores», en el marco del Festival Grec. La Sala Beckett vuelve a acoger los mejores espectáculos de autoría catalana del festival. El año pasado fue «Contra la democracia» de Esteve Soler, que hizo unos números parecidos a los de Miró. En ambas obras ha funcionado el boca a boca y el público barcelonés ha ido llenando la pequeña sala gracienca. En el caso de Soler, la obra se está moviendo por toda Europa. «Principi d’Arquimedes», ganadora de la pasada edición del Premi Born, tiene que hacer temporada en Barcelona, gira, estreno en Madrid, gira estatal… de todo.
La anterior obra del autor-director fue la polémica «Gang Bang (abierto hasta la hora del Ángelus)», que narraba la historia de unos personajes que se encuentran en un local sexual el día antes de la llegada del Papa en Barcelona. El mismo autor decía sobre este montaje en una entrevista que le hicimos en artezblai: «La obra arranca en un estadio aparentemente realista pero se desencaja rápidamente. Hay muchos elementos mágicos y fantásticos que se acercan mucho más al simbolismo. El carácter no realista también ayuda a crear una poética especial ante la alta expresividad verbal de carácter sexual que tiene el texto. Yo creo que la obra es más poética y simbólica que cualquier otra cosa.»
Con el «Prinicipi d’Arquimedes», parece que el autor vuelva a una narrativa mucho más realista, dejando como único elemento simbólico el título de la pieza. Carles Batlle dijo recientemente en una charla con espectadores del Grec que la dramaturgia catalana está volviendo cada vez más a un teatro realista, un teatro que huye de la abstracción y que nos acerca a lo más cotidiano, recuperando el contexto, las temáticas vinculadas con la memoria y la actualidad. Todos estos elementos aparecen en el nuevo texto de Miró.
La obra se sitúa en una piscina municipal en la que Jordi, el protagonista, trabaja de monitor de un grupo de niños. La acción sucede el día en que los chavales tienen que sacarse las burbujas, es un día importante para ellos. Todo parece ir bien, cuando una niña informa a la directora del centro que ha visto a Jordi dar un beso a unos de los niños. ¿En la boca o en la mejilla? ¿Para tranquilizar el niño o para abusar de él? El rumor se difunde como la pólvora a través del grupo de facebook que tienen los padres de los alumnos y la bola se va haciendo grande. La obra se convierte en una serie de diálogos entre Jordi, su compañero de trabajo, la directora del centro y el padre del niño. La sospecha hace que los personajes se relacionen y se interroguen como nunca antes lo habían hecho. El conflicto hace que aflore la peor (o mejor) versión de ellos mismos.
El texto es de los potentes, de aquellos que te pone en apuros y como espectador hace que te posiciones. ¿A quién me creo? Las frases de los personajes son cortísimas y el autor va muy al grano. No sobra nada. Esteve Miralles, miembro del jurado del Premi Born, ha escrito: «Es un drama de personajes que presenta un conflicto moral, muy vigente en el debate social contemporáneo. A partir de una sospecha, la obra desafía al espectador evidenciando sus prejuicios». La forma como se presentan los hechos tiene una gran influencia en el contenido. La historia está narrada de una forma no lineal, con lo que la imagen que se hace el espectador de cada personaje va evolucionando en cada escena. No hay nada evidente, todo se transforma.
Miró ha escrito un texto punzante, de los que no son muy habituales en las programaciones. A la salida del teatro, me reencuentro con sensaciones que había tenido después de ver algunos espectáculos de la Cunillé. O con el maravilloso «Urtain» de Animalario, que fue un puñetazo considerable en el estómago. A primera vista parece que el tema de «Principi d’Arquimedes» sea la pederastia, pero en realidad la obra va más allá y habla de algunas de las paranoias que tenemos en nuestra sociedad.