Laberinto mental
Obra: En la Toscaza
Autor: Sergi Belbel
Intérpretes: Jordi Boixaredas, Cristina Plazas, Lluís Soler, Lluïsa Castell
Escenografía: Max Glaenzel
Vestuario: Montse Amenós
Iluminación: Kiko Planas
Música. Albert Guinovart
Dirección: Sergi Belbel
Producción: Teatre Nacional de Catalunya
Teatro Arriaga –Bilbao- 15-02-08
El equipo actoral es de primera categoría y dota a cada personaje de una suerte de gran abanico de matices y posibilidades de entendimiento de las circunstancias y situaciones por las que atraviesan cada uno de ellos y en su conjunto, que se convierten sus actuaciones en una exhibición. La escenografía tiene sentido, contrasta los ámbitos, remarca, provoca sensaciones y su movilidad le dota de una importancia sustancial en el desarrollo de la obra. La iluminación se ajusta a las necesidades espaciales. El vestuario es funcional. Todo los elementos están coherentemente colocados al servicio de un texto y una dirección que procuran siempre ir avanzando por unos resortes discursivos que acaben irremediablemente en un territorio balsámico: La Toscana.
Pero en esa Toscana a un hombre, el protagonista, se le fundieron los plomos, unas vacaciones fueron el punto de inflexión de un acuerdo entre sus ambiciones y su realidad, entre sus deseos y sus circunstancias. No hay salvación ni en la Toscana cuando algo se rompe en el interior de un ser humano. Cuando la crisis avanza, cuando inunda la mente, cuando se es incapaz de discernir entre lo soñado y la realidad. Y eso es lo que sucede, que a nuestro arquitecto famoso, se le ha roto el alma, se ha desconectado de un mundo idílico y solamente evocarle la Toscana le puede producir una sensación de placebo. Hasta que es precisamente allí donde identifica el dolor. Todo lo que sucede en escena puede ser o no ser, estamos siempre en el laberinto de la cabeza de su protagonista. Y eso nos resulta muy poca cosa. Casi nada. Un ejercicio exhibicionista.
Carlos Gil
