‘Enmudecer con hablar’, dos entremeses de Miguel de Cervantes, en Alcalá de Henares
Abel González Melo versiona y dirige ‘El vizcaíno fingido’ y ‘Los habladores’
La Fundación del Teatro de La Abadía, en colaboración con el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, ha estrenado ‘Enmudecer con hablar‘, una obra que reúne dos entremeses de Miguel de Cervantes, el escritor más célebre del Siglo de Oro, oriundo de Alcalá de Henares, en el Corral de Comedias de Alcalá. Abel González Melo versiona y dirige ‘El vizcaíno fingido‘ y ‘Los habladores‘ en esta propuesta que continúa la tradición de la Fundación del Teatro de La Abadía de llevar a escena la palabra cervantina en este formato entremesil. Con éste díptico busca hacer viajar al espectador en una máquina del tiempo a este emblemático teatro-museo del siglo XVII del 6 al 22 de octubre y con nuevas fechas del 27 al 30 de diciembre y del 2 al 4 de enero.
El director artístico de esta joya arquitectónica y cultural de la ciudad cervantina, Juan Mayorga, afirma que «El Corral de Comedias de Alcalá de Henares, uno de los teatros más bellos del mundo, por cuyas tablas han pasado las obras y los personajes más importantes de la escena universal, se halla en el corazón de una ciudad asimismo extraordinaria por su belleza y por su historia». El estreno coincide con el 25 aniversario de la declaración de Alcalá de Henares como ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y con la celebración de la Semana Cervantina.
Cervantes, un autor del futuro
‘Enmudecer con hablar‘ aúna dos entremeses de Miguel de Cervantes: ‘El vizcaíno fingido‘ donde dos caballeros buscan timar a una dama y ‘Los habladores‘ donde la incontinencia verbal tendrá sus consecuencias. «Precisamente a este entremés pertenece el verso octosílabo que da título a nuestro espectáculo: «Enmudecer con hablar»», afirma Abel González Melo, quien asume la responsabilidad de continuar esta tradición de La Abadía en la representación de entremeses cervantinos. Así lo hizo esta casa teatral con las exitosas y emblemáticas producciones de Entremeses (que incluía ‘El viejo celoso’, ‘La cueva de Salamanca’ y ‘El retablo de las maravillas‘), dirigida por José Luis Gómez y Rosario Ruiz Rodgers en 1996, y que contó con sucesivas reposiciones, y Dos nuevos entremeses, nunca representados (‘La guarda cuidadosa’ y ‘El rufián viudo llamado Trampagos’), con dirección de Ernesto Arias, en 2016.
En esta ocasión, Abel González Melo opta por dos textos de Cervantes que «nos sorprenden con la sinceridad, la frescura y la insolencia de sus personajes. Él no es solo el más actual de nuestros escritores, sino que es nuestro autor del futuro: disfrutándolo en escena, volvemos a percatarnos de tanta libertad perdida en un mundo como el actual, tan dado a lugares comunes, a los juicios inmediatos y a la moralización extrema». El propio Cervantes, que había sido devoto de los entremeses de Lope de Rueda, «captó lo mejor de este para luego transformar esa herencia en un lenguaje poderoso donde coloquialismo y estilización se mezclan».
Betiza Bismark, Antonio Dueñas, Georbis Martínez, Rey Montesinos y Yanet Sierra, son los encargados de dar vida a los múltiples personajes de estos dos entremeses, para los que han contado con la maestría en Commedia dell’Arte de Mariano Aguirre. Por su parte, Dueñas, además de intérprete de pequeños papeles dentro de este dítptico entremesil, también ameniza los actos con el acompañamiento musical de una mandolina porque, como razona, «nos dimos cuenta de que este era el instrumento que mejor hacía de puente entre la Commedia dell’Arte y el universo cervantino». Gracias él se potencian las emociones y las acciones dramáticas del texto y para eso «recurrimos a la música contrapuntística, donde prima la música sobre la palabra y a los ritmos ternarios, con el fin de lograr un carácter más popular y de picaresca».
Igual de importante para recrear esta colección de personajes ricos y desprejuiciados ha sido, por un lado, el trabajo de Antonio Fava en la confección de las máscaras que lucen los personajes sobre el escenario para acentuar sus rasgos psicológicos; por otro, el del diseñador escénico y de vestuario Javier Chavarría. Precisamente, la investigación de Chavarría le llevó a tomar como «idea de partida las pinturas barrocas españolas del siglo XVII para determinar los tonos y texturas predominantes que se reflejan en los trajes de los personajes masculinos y femeninos. En el segundo entremés, para recrear los interiores de las casas, tomé como referencia las pinturas flamencas de la misma época, como los cuadros de Johannes Vermeer, con sus ventanas y celosías», apunta.