Enramblao
ENRAMBLAO
Teatro Alcázar.
Compañía de Rafael Amargo.
Coreografía: Rafael Amargo.
Música: Edith Salazar, Jacques Brel (Ne me quitte pas) y María Jiménez.
Proyección Audiovisual : Juan Estelrich. Guitarras: Flavio Rodríguez y Camarón de Pitita.
UN MAGNÍFICO COLLAGE.
Al caminar, al hacer nuestro sendero vital, adoptamos múltiples personalidades. Somos a un tiempo, el ente activo que camina; el espectador que observa sin atreverse a participar; el obstáculo que ocasiona nuestra ralentización y el impulso irrefrenable que acelera nuestro futuro, convirtiéndolo en presente. Todo ello, singularizado desde su plural origen, conforma un collage exquisito que llamamos vida y que asume su significación a partir del Ser Humano.
“Enramblao” es eso. Una multitud de rostros, de seres, de bailes, de nacionalidades, de razas y de castas, en un único espectáculo; en una única Voz Clásica, Romántica, llena de Duende y Tolerancia. El nuevo montaje del bailarín granadino ha visto ensombrecido su estreno por los tristes acontecimientos que todos conocemos y que no vamos a remarcar. Desde su injustificada esencia, estimo desproporcionada la descalificación de un espectáculo por muy “presunto” que pueda ser su artífice.
“Enramblao” es un camino que engloba múltiples atajos; los pasos que se esconden y buscan cobijo en el sendero que recorremos todos; las distintas etapas que atravesamos en nuestra vital experiencia hasta llegar al origen de nuestro trayecto: El Agua.
Desde el ballet clásico, hasta el claqué. Desde el flamenco más puro, hasta el más estilizado, asoman su rostro a las Sevillanas de la Vida que abrazan el conocido “Abril Amargo” de Rafael.
Uno de los momentos más hermosos y emocionantes de este espectáculo lo constituye el Solo “Tolerancia”. Desde la poesía más pura y con los matices más delicados se aborda el tema de la homosexualidad. La belleza de este “paisaje” radica en la interiorización; en los versos de Mario Benedetti y en la desnudez que deja completamente solo al bailarín. Solo ante la inmensidad de un escenario, ante la inmensidad de la gran ciudad que no es tolerante.
Quizá por ello, el final de este espectáculo sea el comienzo.
La vida, lo que nos unifica, tiene su origen en El Agua. En sus entrañas late nuestra era, nuestro pasado y un mundo ilimitado de sentimientos y emociones. Tal vez para que esta multitud de razas, de “porqués”, de motivaciones, convivan en armonía, para que el Ser Humano extraiga de sí mismo la Humanidad que lo califica como tal, sea necesario volver a nacer. Volver al origen, volver al agua. Empezar nuestro camino, elaborando un Collage tan lleno de colores como de humanidad.
Un homenaje a la ciudad cosmopolita. Desde su origen Barcelonés (Amargo ha manifestado que se inspiró en las Ramblas de la Ciudad Condal) llega a la capital de España sin alcanzar una unidad, una conexión clara que unifique los múltiples matices de este extenso mural. Tal vez, el bailarín andaluz, ha acentuado su heterogeneidad a propósito. Quizá haya sido ésa la intención final. Este espectáculo no es lineal. No hay un hilo conductor que mantiene abierta la puerta del siguiente rostro que nos regala una sonrisa generosa. Es éste, un espectáculo redondo. Acaba tal y como comienza. Las Sevillanas de La Vida, recitadas por un Rafael Amargo más intérprete dramático que bailarín, más flamenco que clásico, más torero que amante fiel; más estrella que personaje anónimo de una céntrica calle, en una gran ciudad, en un enorme país, en un extenso continente.
Los elementos escenográficos son coprotagonistas de un montaje tan ceñido a la danza como al teatro.
La luz, las proyecciones audiovisuales, las palabras son pasos esenciales en un mural magnífico que vale mucho más por lo que dice sin hablar que por lo mostrado por sus intérpretes, maestros en el arte de sugerir. Rafael Amargo, Premio Max de las Artes Escénicas 2003, al Mejor Intérprete Masculino de Danza, vuelve a mostrar su mejor rostro. El de un coreógrafo lleno de ingenio, inteligencia y sensibilidad.