Entre puentes
Fin de semana largo, viaje fuera de la ciudad, recorrido por el campo. Entusiasmo inicial adornado por paisajes bucólicos de prados eternos con ganado pastando. Y llega la incómoda reflexión; alguna vez recorrí estos mismos caminos y el paisaje no era el mismo.
Por supuesto existían bosques, pero bosques de verdad, esos donde los arboles crecen sin ningún orden geométrico establecido y los más fuertes, obviamente crecen más que los débiles como una honesta expresión de la naturaleza, no como esos regimientos de eucaliptus y pinos ordenados en perfecta formación como para un desfile y podados para estar uniformados en altura y grosor de tronco. Las laderas de los cerros plantadas con viñedos, olivos o paltos, distan mucho de lo que fue el paisaje original.
Donde hay agua hay vida, y si la vida original se la arreglaba de manera adecuada con la pluviometría anual promedio, estas plantaciones ajenas al eco sistema endémico, deben ser regadas para producir la rentabilidad esperada.
En estos días se habla de calentamiento global, de sequía, del recurso agua dulce como causa de los próximos conflictos mundiales.
¿Y de dónde sale el agua para mantener tanta plantación económicamente productiva?
Ahora entiendo por qué hemos pasado por más de 7 puentes cruzando cauces de ríos absolutamente secos. Preguntando, nos comentaron que antiguamente los lugareños incluso pescaban en esos cauces de agua, ahora convertidos en tierra desnuda.
La magia no existe, aunque me encantaría que así fuese, y el agua es tomada por la agro industria, incluso en desmedro del consumo humano.
Chile se está convirtiendo gradualmente en un país de mucha producción agro alimentaria orientada principalmente, a la exportación.
El agua, nuestra agua, está siendo exportada como manzanas, guindas, cerezas, duraznos, uva en granos y también procesada en vino, paltas y un largo etcétera de frutos.
El agua no ha desaparecido, simplemente se la están bebiendo las grandes industrias. Eso, sin mencionar los millones de litros que utiliza la actividad minera, uno de los pilares fundamentales de nuestra economía.
Solo como dato al margen, irónicamente anecdótico, el agua en chile pertenece a privados. Si, el agua, un recurso indispensable para la vida humana, es privada.
Hace unos días, pudimos ver por la televisión, como los derechos de uso del agua de un rio, habían sido adjudicados a un privado para regar sus plantaciones y como a los habitantes de un pueblo aledaño les repartían agua en camiones, agua que por supuesto costaba más dinero del promedio.
¿Qué pasa?
¿Tan poderoso es el dinero que es capaz de comprar incluso la supervivencia de un grupo humano?
Qué duda cabe.
En el campo se ve menos pobreza que hace algunos años atrás, pero se debe considerar que mientras el peón ahora puede comprarse una bicicleta, el patrón llega a su campo en helicóptero.
Este no pretende ser una posición comunista donde no existe la propiedad privada ni peyorativa contra el concepto de riqueza, solo quiero dejar en claro cómo, a pesar de floridos discursos resaltando el progreso económico, la eterna dinámica de la mala distribución de la riqueza sigue siendo tan real como la ausencia de esa agua bajo los puentes.
Entusiasmo inicial adornado por paisajes bucólicos de prados eternos con ganado pastando.
Y llega la incómoda reflexión; alguna vez recorrí estos mismos caminos y el paisaje no era el mismo.
Por supuesto existían bosques, pero bosques de verdad, esos donde los arboles crecen sin ningún orden geométrico establecido y los más fuertes, obviamente crecen más que los débiles como una honesta expresión de la naturaleza, no como esos regimientos de eucaliptus y pinos ordenados en perfecta formación como para un desfile y podados para estar uniformados en altura y grosor de tronco.
Las laderas de los cerros plantadas con viñedos, olivos o paltos, distan mucho de lo que fue el paisaje original.
Donde hay agua hay vida, y si la vida original se la arreglaba de manera adecuada con la pluviometría anual promedio, estas plantaciones ajenas al eco sistema endémico, deben ser regadas para producir la rentabilidad esperada.
En estos días se habla de calentamiento global, de sequía, del recurso agua dulce como causa de los próximos conflictos mundiales.
¿Y de dónde sale el agua para mantener tanta plantación económicamente productiva?
Ahora entiendo por qué hemos pasado por más de 7 puentes cruzando cauces de ríos absolutamente secos. Preguntando, nos comentaron que antiguamente los lugareños incluso pescaban en esos cauces de agua, ahora convertidos en tierra desnuda.
La magia no existe, aunque me encantaría que así fuese, y el agua es tomada por la agro industria, incluso en desmedro del consumo humano.
Chile se está convirtiendo gradualmente en un país de mucha producción agro alimentaria orientada principalmente, a la exportación.
El agua, nuestra agua, está siendo exportada como manzanas, guindas, cerezas, duraznos, uva en granos y también procesada en vino, paltas y un largo etcétera de frutos.
El agua no ha desaparecido, simplemente se la están bebiendo las grandes industrias. Eso, sin mencionar los millones de litros que utiliza la actividad minera, uno de los pilares fundamentales de nuestra economía.
Solo como dato al margen, irónicamente anecdótico, el agua en chile pertenece a privados. Si, el agua, un recurso indispensable para la vida humana, es privada.
Hace unos días, pudimos ver por la televisión, como los derechos de uso del agua de un rio, habían sido adjudicados a un privado para regar sus plantaciones y como a los habitantes de un pueblo aledaño les repartían agua en camiones, agua que por supuesto costaba más dinero del promedio.
¿Qué pasa?
¿Tan poderoso es el dinero que es capaz de comprar incluso la supervivencia de un grupo humano?
Qué duda cabe.
En el campo se ve menos pobreza que hace algunos años atrás, pero se debe considerar que mientras el peón ahora puede comprarse una bicicleta, el patrón llega a su campo en helicóptero.
Este no pretende ser una posición comunista donde no existe la propiedad privada ni peyorativa contra el concepto de riqueza, solo quiero dejar en claro cómo, a pesar de floridos discursos resaltando el progreso económico, la eterna dinámica de la mala distribución de la riqueza sigue siendo tan real como la ausencia de esa agua bajo los puentes.