Entrevistas

Entrevista a Diego Lorca y Pako Merino (Titzina)

Laura Mercadé realiza una entrevista a Diego Lorca y Pako Merino, creadores de la compañía Titzina, que celebra 18 años con una gira de ‘La Zanja’, espectáculo que llega estos días a Barcelona y cuyo texto ha publicado la Editorial Artezblai.

 

¿Cómo creéis que ha evolucionado vuestro teatro en estos 18 años?

Diego: Titzina empezó cuando acabábamos de superar los veinte años y en esa época nuestra energía tenía un color más «naif». Lógicamente había mucha intuición en las decisiones artísticas. Las situaciones, conflictos y personajes se han ido apoyando en nuestra trayectoria vital. Nuestras creaciones han asumido la confianza del respaldo del público durante todos estos años.

Pako: Desde mi punto de vista como componente de la compañía, pienso que nuestras historias han ganado con el tiempo más profundidad y las relaciones entre la historia que se cuenta y las personajes cada vez tiene más capas, más interconexiones que no siempre son perceptibles a simple vista. Hace falta ver el espectáculo una o dos veces si uno quiere navegar más lejos dentro de la obra. Al principio las historias estaban más apoyadas en situaciones que habíamos observado en un lugar determinado y cada vez más, separamos un pie de la realidad y lo ponemos más cerca de nuestras propias vivencias o de la imaginación pura. De todas formas esta es una buena pregunta para hacerle al público.

El escribir La Zanja os llevó a viajar a Perú. ¿Cómo surgió la idea del tema de la obra?

D: Nunca hay una causa única para la elección de un escritura. Pero esencializando, fue determinante en este caso, estos últimos años de gira por el contexto latinoamericano. Me motivó el sentimiento de conexión cultural y las cuestiones relativas al arraigo a la tierra de esos pueblos.

P: No recuerdo bien cuantos temas pusimos sobre la mesa en un principio pero sí que es verdad que uno de ellos fue la relación histórica entre Europa y América fruto de nuestras experiencias vividas durante las giras teatrales por el continente Sudamericano. En la búsqueda de información aparecieron documentales sobre la explotación minera, también había mucho interés por el encuentro de los colonizadores españoles y los emperadores Méxicas o Incas, el realismo mágico, la superstición. Toda esta amalgama de información fue el germen de La Zanja.

¿Os han visto en Perú? ¿Cómo han recibido la historia?

D: No hemos presentado todavía en Perú. Pero hicimos una parte del proceso de creación en República Dominicana y en los debates que hacíamos con el público al final de las representaciones estallaban las pasiones. No deja de ser alagador que nuestro trabajo haga sentir cosas que trascienden más allá de la sala del teatro. No hay que olvidar que ellos son consecuencia de ese encuentro cinco siglos atrás, de ahí nace su identidad, es su presente. Aquí en el mejor de los casos es analizado cómo pasado. También la relación que establecen las multinacionales en territorios donde el estado se muestra en algunas ocasiones tan débil, donde la ecología forma parte de su posibilidad de supervivencia, marca una urgencia en los sentimientos que propone una ficción como La Zanja.

P: Espero que podamos llegar presentarlo allí. De todas formas Perú fue nuestro motor de inspiración por las casualidades históricas existentes en nuestra historia. Perú es una fuente de inspiración pero en ningún momento comentamos dónde ocurre la historia de nuestra obra, podría ser cualquier lugar del altiplano andino. No creo que sea demasiado importante, lo ideal es que la historia que contamos puede llegar a imaginarse en otros muchos territorios.

¿Cómo es vuestro trabajo de creación? ¿Tenéis una sola metodología o depende de las obras?

D: La elección de un tema que nos obsesione es el primer punto de la metodología, luego aparece la documentación, investigación en todo tipo de soportes, la escritura a partir de nuestras incursiones y convivencias en lugares reales. Por último la adaptación a la ficción en un texto y puesta en escena que es revisada muchas veces tras las reacciones del público de la gira.

P: Nuestro trabajo de creación parte de un interés de la compañía por un tema que nos obsesione durante el largo periodo de creación que siempre ronda el año y medio. El método se va adaptando a nuestros gustos y necesidades. Los puntos en común pueden ser encontrar una temática que nos proponga más cuestiones que respuestas, que sea universal y donde podamos desarrollar el humor o la tragedia al mismo tiempo. Antes nos movíamos mucho al principio y escribíamos después, ahora escribimos mucho al principio y buscamos cómo movernos.

¿Siempre habéis escrito, dirigido e interpretado las obras? 

D: Menos en nuestra segunda creación donde Stefan Metz asumió la dirección, en el resto de creaciones siempre hemos asumido todos esos procesos. Creo que es una fórmula que me facilita el objetivo final de conexión con el espectador.

P: Ídem.

En vuestras obras tratáis temas muy universales y transversales. ¿Hay también una parte personal de cada uno en ellas? 

D: Es imposible no filtrar la realidad con mis propias experiencias vitales. Solo me interesa hacer un teatro que parta de mi forma de transitar por el mundo. Y haber ido creando una obra cada 4 años permite que personalmente haya cambiado mucho en mis cuestiones vitales. No hago teatro como terapia personal sino como compromiso con el mundo que me ha tocado vivir. Y este siempre está en movimiento

P: El hecho de elegir un tema concreto ya tiene de forma implícita un carácter personal. Uno elige los temas o las obras arrastrado por cuestiones que a uno le inquietan más en ese momento. Durante un año y medio de creación puedo asegurar que una parte de nosotros se queda en la obra.

La comedia/la ironía ha tenido mucha relevancia en todas vuestras obras. En La Zanja, no está tan presente. ¿Ha sido intencionado?

D: En mi forma de enfrentar la escritura no hay intención previa que no se vea subyugada al proceso largo de escritura. Quizás en el proceso de gestación de La Zanja no coincidí tanto con el humor que tiene la temática. Me obsesioné más en la repetición y el paralelismo de historias idénticas distanciadas en siglos.

P: Pienso que nuestra mirada irónica siempre está presente. En La Zanja también. Puede que no esté tan en la superficie como otras obras, pero es nuestra forma de ver la vida. De todas formas uno no decide el resultado de la creación. Puede que nos hayamos puesto más serios o quizás no. Ya lo veremos con la próxima obra.

 

Estáis haciendo una extensa gira por todo el Estado español. ¿Hay algún teatro que aún se resista? 

D: Muchos. Pero yo nos los tengo cuantificados ni identificados. Una de nuestras características como compañía es estar situados en una tierra de nadie: donde no hay caras conocidas, donde no hay estudio previo de necesidades del mercado. Creemos que nuestro objetivo es ser vividos por el máximo de espectadores. Esto significa que los exclusivos o los deterministas escapan a Titzina.

P: A parte de los teatros públicos como el Lliure, el TNC, el CDN y El Español, casi ninguno.

 

¿Tenéis intención de realizar una gira internacional?

D: Es una lástima que cada vez se hace más difícil justificar el interés por mostrar el arte más allá de tus fronteras. Los criterios de rentabilidad van ganando los de la universalidad. Creo que tendremos que imitar aquel viaje revelador que Peter Brook hizo por África hace ya muchas décadas. Y liberarnos de tantos intermediarios que fulminan el objetivo esencial de mostrar tu trabajo lejos de nuestra cultura.

P: Nuestra intención siempre es mostrar nuestro teatro en el mayor abanico posible de espacios escénicos donde se nos conoce y donde no. No parte tanto de nuestra intención de hacer una gira internacional sino de encontrar a las personas o los contactos que estén dispuestos a desarrollar ese proyecto. 

¿La historia de Francisco Pizarro y Atahualpa el 1532, surgió después de viajar a Perú o fue justo el inicio del proyecto?

D: Se fue dando por el camino, primero aparecieron las pinturas rupestres, luego la cultura de nuestros ancestros, la mitología, apareció América y ese encuentro de nuestros antepasados. Cajamarca se desveló como lugar catalizador, allí había y hay oro, allí llegaron y llegan las mineras extranjeras a por el oro. Allí se situó el eje de la historia en la escritura y decidimos viajar para ver si los escrito tenia realidad y vigencia.

P: La parte histórica de La Zanja ya surgió durante el periodo de escritura, bastantes meses antes de viajar a Perú. De hecho en un inicio también estábamos estudiando la historia de Cortés en México. A través del oro y ciertos documentales la región de Cajamarca en Perú y la historia de Atahualpa y Pizarro comenzaron a ganar relevancia.

¿Estáis pensando en vuestro siguiente trabajo?

D: Ahora sigo inmerso en hacer que La Zanja siga su recorrido. La obsesión para hacer cada proyecto Titzina es tan grande que me impide proyectar temas del futuro.

P: Nuestro siguiente trabajo es continuar con la gira de La Zanja, hacer la temporada en La Villarroel de Barcelona en abril y conseguir un teatro en Madrid. De la siguiente obra ya hablaremos en otro momento. Ahora se impone el presente de La Zanja.


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