Era lógica
Donostia junto a Bilbao siguen manteniéndose como plazas importantes de la temporada estival. Norte, verano, teatro y, en muchas ocasiones humor, son cuatro palabras inseparables, cuatro conceptos unidos por un montón de gentes que acuden a las más de 100 funciones que se programan temporada tras temporada en época estival. Constituyen una oportunidad de presentar más de 20 propuestas escénicas de muy distinta índole y procedencia en dos meses intensos para disfrute de locales y foráneos. Históricamente eran exclusivamente compañías de Madrid que salían a realizar «gira» por el Norte. Hace quince años se fueron incorporando también a la programación productoras vascas que traían espectáculos en castellano. Esta tendencia se mantiene y se amplia a espectáculos en euskera dentro del verano. Constituyen un 25% de la programación total con buenos resultados de público. Cada verano, el público donostiarra y foráneo llena los teatros de la ciudad durante más de los dos largos meses repletos de espectáculos entre los cuales también hay lugar para «música-teatro», textos dramáticos con enjundia y profundidad, e incluso para espectáculos más trágicos en sus planteamientos, además de las comedias.
Siempre hemos defendido que no es incompatible «tirón» con el público y calidad o que tampoco tienen porque ser siempre sinónimos «comercialidad» y falta de contenidos. Hay que buscar equilibrios y proponer lo mejor en cada caso. Tampoco es cierto que la «risa» sea lo único que tiene atractivos… Se podrían poner muchos ejemplos: «Arte» o «El crédito» a través de un fino sentido del humor plantean cuestiones de mucha actualidad. Asier Etxeandia se mueve en fronteras muy interesantes entre la música y el teatro. The Hole promueve un cabaret moderno en fusión con lo que actualmente se denomina nuevo circo. Barrockeros siguen la estela abierta por «Pagagnini» como excusa para difundir la música desde los escenarios. La gente de «Un balcón con vistas» vienen directamente de la Sala El Sol de York y tienen ciertos parecidos en el concepto, en la línea teatral y en la búsqueda de públicos más jóvenes de espectáculos como «Los miércoles no existen», por poner un ejemplo.
Más de quince años diseñando y confeccionando la programación de los veranos donostiarras y tengo que decir que la de este año ha sido de las más complicada de todas. Cada vez se producen menos espectáculos, cada vez son más pequeños en cuanto a los formatos y al número de actores y actrices. Si no son propuestas muy contrastadas no se atreven a salir en gira arriesgando la taquilla. Las compañías diseñan sus temporadas de manera más conservadora planteándose incluso tomar vacaciones en verano en lugar de realizar giras que en otras épocas eran muy interesantes. Es lógico. La contratación pública se ha caído estrepitosamente, las subvenciones públicas se han ido reduciendo año tras año sin cesar en una tendencia imparable a la baja. Y el 21% del IVA, demoledor. Todavía sin haber sido modificado. Todos estos que han perdido 2.500.000 votos en la últimas elecciones, los que son capaces de escribir y aprobar una Ley Orgánica en tiempo récord para preservar una Monarquía de origen, implantación y aceptación cuando menos «dudosa». Estos mismos son impasibles e insensibles ante una medida, tomada por ellos mismos, que esta hundiendo a un sector entero. Se está viendo que realmente no les importa. Tiene toda la pinta que están encantados. Si no fuera así la hubieran cambiado hace tiempo. Las cosas van mal, se avisó y la situación que estamos padeciendo era lógica.