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Ernesto Caballero lleva a escena los ‘Sainetes’ de Ramón de la Cruz

El próximo 19 de abril, y hasta el 11 de Junio, se podrá ver en el Teatro Pavón de Madrid, sede provisional de la Compañía Nacional de Teatro Clásico., cuatro de los populares, castizos y «audaces» ‘Sainetes’ de Ramón de la Cruz, que pone en escena Ernesto Caballero con escenografía de José Luis Raymond. De los más de 200 sainetes que escribió este autor, Caballero ha seleccionado ‘La ridícula embarazada’, ‘El almacén de novias’, ‘República de las mujeres’ y ‘Manolo, tragedia para reír o sainete para llorar’. Su intención, según explicó hoy, era «dar cuenta de la gran variedad que ofrece este tipo de teatro al que se consideraba menor por estar escrito por los actores para amenizar los entreactos de las obras serias».
El director de escena recordó que Ramón de la Cruz fue muy criticado en su época dado que sus obras «atentaban contra la ley del decoro y rehuían las exigencias de carácter moralizante». Esta circunstancia le proporcionó, en cambio, «una gran libertad que se aprecia hoy en día, abriendo caminos al teatro costumbrista, musical y recogiendo la farsa molieresca», agregó.
Caballero aludió también a esa «audacia formal y de contenido» del teatro de Ramón de la Cruz que se mueve «entre le gracejo de las pinturas de Goya y el claro-oscuro de Valle-Inclán» o que presenta esos aires de «casticismo asociado al teatro furioso de Francisco Nieva».
En este montaje el «pretexto dramatúrgico» tiene su asentamiento en una compañía de 16 actores del siglo XVIII «que fueron ilustres pero, desgraciadamente, poco conocidos y que ensayan estos cuatro sainetes», señaló. Aunque explícitamente aparentan ser de esa época, «sus maneras, su forma de actuar, es la de los actores del siglo XXI» y ha sido precisamente ahí, en ese equilibrio, donde Caballero dijo haber encontrado la mayor dificultad de esta puesta en escena a la que se han acercado «con humildad y asombro».
Junto a los cuatro sainetes de Ramón de la Cruz, la obra recupera también pequeños fragmentos de corte teatral de este mismo autor. «Hemos sido fieles pero no arqueológicos. Nuestra intención ha sido crear un puente con el XVIII», dijo.
Alicia Lázaro, responsable de música del espectáculo y que repite por tercera vez con la CNTC, explicó el «acercamiento al teatro dieciochesco» que ofrecen las melodías de esta función, dos de las cuales han sido encontradas originalmente en el Archivo Histórico Municipal de Madrid, en donde se hallan hasta 140 piezas originales de los sainetes de Ramón de la Cruz. Junto a esta música se ha engarzado la tonadilla escénica dando unidad al espectáculo en el que resuenan aires de Rodríguez de Hita, Boccherini o Blas de la Serna así como segurillas y minuetos.
De la escenografía se ha encargado José Luis Raymond quien partió de dos requerimientos de Caballero para realizar su trabajo: que el espacio tuviera el color de los tapices de Goya y que pareciera una miniatura. Para ello, utilizó la taracea, una madera empleada e suelos y muebles en el XVIII y creó un espacio muy elevado para dar esa sensación de miniatura. La aparición de cuatro telones, elementos con influencias orientales y una escalinata que aproxima a los actores al público son otros aspectos esenciales de esta escenografía.
Javier Artiñano, creador del vestuario, afirmó que este ha sido precisamente el elemento «más acercador» de la obra. «Me he limitado a recrear una época y con diferentes elementos de cambio el vestuario sirve para toda la función».
En el amplio elenco artístico figuran nombres como los de Rosa Savoini (Pereira), Iñaki Rikarte (Ponce), Victoria Teijeiro (Guzmana), Natalia Hernández (Polonia), Carmen Gutiérrez (Garcesa), Susana Hernández (Mayora) o José Luis Patiño (Espejo). Todos ellos, junto al resto de sus compañeros de reparto no sólo actúan sino que, además, cantan y, en algunos casos tocan algún instrumento.
Estos personajes, algunos muy localistas, funcionan sin embargo «como tales tipos teatrales y así, la bachillera o el petimetre tienen su equivalente en la Comedia del Arte, están concebidos para generar teatralidad», señaló Caballero.
Por su parte, Patiño resaltó la «voluntad que existe en ese diálogo entre los siglos XVIII y XXI, de poner al espectador en una tesitura parecida a la de aquellas fiestas teatrales». Asimismo, elogió el «trabajo coral» de esta función que reúne una veintena de artistas entre actores y músicos y en la que las mujeres tienen un gran protagonismo.


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