¿De qué sexo es la palabra?

Estar con una mujer

Estar con alguien de tu mismo sexo desmantela toda construcción, te deja abierta, al descubierto, no hay posibilidad de artificio. Ella está ahí y yo vuelvo a la infancia. Rapidamente me crecen las trenzas y vuelven las pecas. Vuelvo al pueblo, no soy nadie y me apuro para ver pasar el tren. Ella en ella. Ella enfrente mío. Estar con una mujer es entender un poco más a los hombres. Ah,es así, somos así. Un espejo en volumen y señales concretas. Me veo en otra. Desnuda por la vida, sin protección. No se puede con tanta honestidad. Son honestas a rabiar, que peso inconmensurable eso, ¿cómo lidiar con tanta valentía en ese cuerpo hermoso y la inteligencia? No. No puedo. No pude. Ella se sienta y me fui. Los fragmentos que durante años atesoré, ahora están enfrente mío hablándome y tomando café, con la simpatía que no tengo, ella es una mejoría de mi presente¿ O una proyección?

Desconozco. No resisto esa exposición. Esa inquietud y ese desafío corporal constante. Otra mujer me trajo el misterio masculino que desconocía. Anterior a una mujer los hombres me parecían planos. Las capas eran un territorio femenino. Ahora a través de ella, descubro una masculinidad apretada, agrietada, inocente y maravillosa. La carne masculina y su pudor. De eso y con eso me apodero de nuevas sensaciones. El hombre bocabajo. Él y su miseria machista. El erotismo se dilata y uno no puede establecer una relación física solamente con quien está, ella estaba conmigo pero el hombre siempre nos unía y separaba. El hombre sin estarlo se acostaba con nosotras. Me fui de los dos. Los dos se fueron de mi vida, pero amplié mi erotismo, y cada persona es portadora de una anatomía original, no de una cultura erótica. Eso es el individuo, y eso me enamora.

Uno se sabe casi nada, ni a solas, ni con el aumento de la soledad en el tiempo y en las venas, uno apenas sabe quien es o qué quiere o a quién quiere. La experiencia de ponerse de rodillas frente a uno mismo que es otra, es tan necesario como entender el placer y su utilidad mental.

No me interesan las formas de clasificación: hetero, homo, bi. No adhiero. Será que no las necesito, será que el orden ajeno no repercute en mi intimidad. Irme, irse hasta las paredes de la carne vecina,¿hombre, mujer? ¿Importa? No. Volver sobre uno, la intimidad es eso: tener la valentía de verse en el otro y dejar que el otro coma y beba de nosotros. Después seremos más dilatados y habrá más vida.


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