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Estreno de ‘La isla’ de Athol Fugard en La Guindalera

El próximo día 9 de Enero se estrenará en la madrileña sala La Guindalera Escena Abierta, la obra ‘La isla’ de Athol Fugard con dirección de Luis Moreno a cargo de la Compañía Rakatá Teatro, que prolongará sus actuaciones hasta el 31. La Isla es la pelea de dos presos políticos por recuperar la esperanza y su propia identidad a través de los ensayos y la representación de la obra de Sófocles; Antígona, una pieza capital sobre la constancia en la lucha contra la opresión.
La acción transcurre en la Isla Robben, una cárcel, uno más de los tristemente famosos campos de prisioneros que tanto proliferaron en Sudáfrica y en el resto del mundo durante el siglo XX (y que parece siguen de moda en el recién estrenado siglo XXI). Una muestra del preocupante aumento de la represión institucional y la pérdida de libertades y derechos civiles. Steve Biko, estudiante y líder revolucionario africano asesinado en un cuartel policial, sostenía que «el arma más potente en manos de los opresores es la mente de los oprimidos». La estrategia de Biko, de Mandela y de artistas e intelectuales como Fugard fue la misma que utilizan los personajes de La Isla: intentar cambiar la mente de los oprimidos. Para ello eligen el juicio de Antígona, una de las escenas de la tragedia griega del mismo título, y pretenden representarla en el patio de la prisión para el resto de compañeros encarcelados. Así comienza la acción, así comienzan todas las acciones de oposición, de rebelión, de revolución: susurrando palabras en la mente de la gente.
Las obras de Atole Fugard fueron escritas, ensayadas y producidas en la clandestinidad. Su obra es un desafío a las leyes que prohíben la reunión de grupos de negros y de blancos, para lograr un trabajo político sobre la gente que padece la segregación y llamar a la atención sobre el tema de la segregación racial que padece su país.
Atole Fugard fue perseguido y sus obras fueron prohibidas; en varias ocasiones tuvo que huir de su país. Sin embargo, y desafiando las leyes que prohíben reuniones entre negros y blancos, Fugard logra trabajar colectivamente con los actores africanos John Kani y Winston Ntshona para darle forma a una serie de proyectos que se muestran furtivamente en algunas ciudades sudafricanas y, con mayor significación, en diversos teatros de Nueva York, Montreal y Londres. Su objetivo era, obviamente, como en el caso de otros escritores y artistas, atraer la atención de tantos como fuera posible hacia el problema de la represión racial en África del Sur. Gracias a su amistad personal con Audrey Podbury, otro sudafricano, blanco y liberal, director artístico el Centaur Theatre de Montreal, Canadá, se abren las puertas de los escenarios internacionales más variados para mostrar el trabajo colectivo de Fugard y su equipo. Era importante crear una corriente de solidaridad hacia la mayoría negra de su país y ganar el acceso a todos los foros posibles donde se discutieran las transgresiones a los derechos humanos en cualquier lugar del mundo. La opinión de los gobiernos representados ante las Naciones Unidas era fundamental para desmantelar el apartheid en Africa del Sur.
Esta obra fue creada por Athol Fugard a partir de las improvisaciones de los actores negros John Kani y Winston Ntshona. Abarca el problema de segregación de la población sudafricana por una minoría Afrikaner blanca. Cuatro millones de descendientes de colonos marginando a veinticuatro millones de compatriotas en su mayoría negros. Las referencias al lenguaje y la sociedad sudafricanos son constantes. De este particular Fugard construye una pieza que habla del castigo que un gobierno impone a los hombres que eligen defender las leyes de la dignidad humana en oposición a las leyes del estado que ostenta el poder. Un estado segregacionista, nacionalista, racista y dictatorial que vertebró en la institución oficial del apartheid la llave maestra que les permitiría gobernar el país sin oposición. En estas condiciones la dignidad de las leyes del hombre se convierte en una isla en medio de la indignidad legal.
Fugard repitió: «Un artista es un artista y no un político» y «en mis obras hay carne y sangre, sudor, voces humanas, dolores verdaderos, tiempo real, yo enfatizo los efectos políticos de la obra de arte en sí misma, más bien que buscar la efectividad de una protesta pública». Algunas obras superan la intención de sus autores, cobran vida propia. El gobierno Afrikaner consideró que era un agente provocador, fue perseguido y sus obras prohibidas. Pero la repercusión internacional de su trabajo, y el de otros como él, hizo nacer una corriente de solidaridad hacia la mayoría negra de África del Sur y cambió la opinión de los gobiernos representados ante las Naciones Unidas; algo no suficiente pero sí fundamental para desmantelar el apartheid en Sudáfrica. La lucha, el martirio y la victoria de esa gran mayoría de la población hicieron el resto.
Compañía Rakatá Teléfonos: 00 34 91 445 33 58 (Rodrigo) – 00 34 607 21 09 18 (Alejandra) Email: teatrorakat@yahoo.es / Guindalera Escena Abierta C/ Martínez Izquierdo, 20 28028 Madrid Tf.: 91 361 55 21Fax: 91 713 0271 E-mail: info@guindalera.com www.guindalera.com


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