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Estreno de ‘Ojalá estuviérais muertos!’ de Iñigo Ramírez de Haro

Del 2 de noviembre al 10 de diciembre se presentará en el Galileo Teatro de Madrid, la obra ‘¡Ojalá estuviérais muertos!’ de Iñigo Ramírez de Haro en una coproducción de la compañía El gato Negro y el Centro Dramático de Aragón, con dirección de Alberto Castrillo-Ferrer y un reparto compuesto por Rafael Blanca, José Dault, Rafael García Muñoz, Ivana Heredia, Garbiñe Insausti, Lola Polo. ¡Ay, la pareja!… ¿En qué piensas?… ¿En el amor? ¿Incluso en la pasión?… Sí, ¿pero también en el “déjame, cariño, esta noche estoy cansado/a? ¿Incluso en el aburrimiento? ¿Incluso en la depresión?… Sí, ¿pero también en el “no me dejes nunca, no podría vivir sin ti? ¿Incluso en la amistad? ¿Incluso en los niños? ¿Incluso en hacerse compañía hasta la muerte?… Sí, ¿pero también en el “no podemos seguir así, no te aguanto ni un minuto más”? ¿Incluso en el volver a la vida, a lo desconocido, a la risa, a más vale bueno por conocer que malo conocido, a echar no una canita sino la peluca al aire?…
Así es “Ojalá estuvierais muertos”, una obra en que como pasa siempre con su autor, Íñigo Ramírez de Haro, no sabermos si estamos ante un drama denso, una comedia ligera de situaciones o directamente una farsa…., donde las cosas más serias salen desde la risa floja y las mayores tonterías se afirman cargándose de solemnidad… En fin, la vida misma.
Carnaval, época de trasgresión y sueños, día mágico donde el mundo se transforma, se enmascara y se traviste para sacar su verdadero ser. Ésa es la base de la dramaturgia que ha inspirado a Iñigo Ramírez de Haro para situar tres de las historias más inquietantes de Henrik Ibsen : « La Dama del Mar », « El Pequeño Eyolf » y « Cuando los muertos nos despertamos », tres de sus últimas obras que son en esta obra revisitados, deformados y entremezclados bajo el prisma de la compañía « El Gato Negro », como si por ellas hubiese pasado la osadía del carnaval de los tiempos.
Tres historias de tres parejas, con sus sueños y sus odios … con sus pesadillas. Un faro convertido en lugar de atracción turística en el día del Entierro de la Sardina. Tradición pagana y modernidad aséptica en esta vorágine de personajes esperpénticos pero reales como la muerte misma. Una obra divertida y trágica. Una obra que, con el dinamismo de la comedia y la densidad del drama, no deja a nadie indiferente.
Una obra divertida, trágica e inquietante. Inquietante como cuando nos levantamos por la mañana, nos miramos al espejo y nos entra la duda: ¿Estoy realmente vivo?


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