Y no es coña

¿Existe el teatro?

Me repongo de unos días de mal cuerpo, imposibilidad para acudir a una de las citas más queridas del calendario teatral FiraTàrrega. Mi cuerpo pedía tregua. Limpieza. Se ha limpiado varias veces, lo juro. Y descanso. He dormido tanto que a veces me ha asustado la capacidad que tenemos de apartarnos de la realidad. Pero ha sido circunstancial y si no se complica nada, una avería menor, un incidente. Ya tenemos, como mínimo el estado de ánimo para seguir en la brecha.

Y en esas estábamos cuando una entrevista a Rafael Álvarez «El Brujo» me ha revitalizado a modo de electroshock. La periodista de El Mundo, ha sabido titular de manera efectiva: «El teatro ha desaparecido». Y uno que conoce a Rafa desde hace muchos quinquenios, siempre atiende a las declaraciones de actores que pisan los escenarios para habilitarlos de manera majestuosa para la magia de la comunicación total entre la palabra y la razón. Lo que logra «El Brujo» con todos los públicos es digno de figurar en los anales del teatro universal. Con textos prestados, propios, remontados, alicatados o en barbecho, siempre, siempre, hace un teatro profundo, divertido y pegado a la realidad cotidiana. Un mago, más que un brujo.

Entonces, ¿cómo es posible que un actor, director, autor, hombre de teatro total, diga en estos momentos que tiene en cartelera cuatro obras, cuatro, que el teatro ha desaparecido? Tiene sus magníficas argumentaciones. Por lo que con permiso, copio pregunta y respuesta:

-¿Alguna vez se ha encontrado con un público desconsiderado o maleducado?

-Ya no, hace años sí, en un pueblo en el que alguno había bebido. Pero eso ya no pasa. Ahora lo que ocurre es que el público es indiferente, no está sensibilizado ante el teatro. El teatro ha desaparecido.

Aquí apunta, le da el titular a la periodista, pero después se explica mejor:

-¿Por qué, qué le ha pasado al teatro?

-El teatro hay que mantenerlo y saber para qué sirve. Si no hay una comprensión de la utilidad del teatro ni tampoco una vivencia, el teatro se desvanece y muere. Hemos asistido a una oferta del ‘jajaja’, el ‘jijiji’ y el ‘cómo mola’ Como ocurría antes en una taberna en la que dos graciosos se bebían unas copas, sólo que ahora eso pasa encima de un escenario. La gente no pide más. Porque no sabe más, porque no entiende más.

-¿De verdad el público no distingue entre una buena actuación y una mediocre?

-Yo he visto en este mismo espacio un espectáculo maravilloso de un grandísimo actor, Josep Maria Flotats, y se vino abajo. Era una comedia refinadísima. La gente no aprecia una gran interpretación de una interpretación mediana. Ahora mismo hay una oferta tipo ‘Burguer King’, que consiste en muchas cositas pequeñas, monologuitos, obras de gente mediática. Y los empresarios están fritos porque la situación es muy difícil y hacen lo que sea. Un día van a poner a Cristiano Ronaldo hablando con su novia y será una función de éxito. Y le pagarán mucho más. Pero eso no es el teatro. No basta sólo con entretenimiento. Yo también pretendo que la gente se ría, pero la risa debe tener un propósito. Hay una necesidad de elevación que forma parte del ámbito poético del teatro. El teatro es un arte, pero en estos momentos la gente no disfruta del arte, ha sido suplantado por subproductos. Esta profesión requiere una actitud artística incluso por parte del espectador.

Bueno, dan ganas de terminar aquí, porque está muy bien explicado, perfectamente explicado. Y compartimos esta mirada, como tantas veces lo hemos reflejado en este espacio. Porque el teatro es algo muy específico, algo que resiste contaminaciones de toda índole, y lo que se debe hacer desde todos los estamentos, desde las instituciones como desde los autores, directores, autores, productores, distribuidores y programadores es defender el teatro por encima de todo. Dignificar el Teatro para que crezca, para que acudan públicos nuevos o consolidados que amen el teatro, no solamente el espectáculo, la moda, la televisión trasplantada, los subproductos, las franquicias y todo eso que nos lleva a la desaparición como bien cultural.

La preguntad el titular es retórica, y la respuesta contundente, sí, existe el Teatro, pero vayamos con cuidado porque de tanto manosear la palabra y dar gato por liebre un día puede no existir más y tener en nuestras salas otras cosas a las que los mercachifles llamarán teatro. Lo digo yo apoyando a un actor de éxito, de los que más éxito, en términos de público, ha tenido durante décadas. Si a mi no me quieren hacer caso por reincidente, atiendan a Rafael Álvarez que sabe mucho más que la inmensa mayoría de los que venden baratijas escénicas.


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