F. Luppi e I. Bollaín encabezan reparto adaptación de ‘La balsa de piedra»
El argentino Federico Luppi, los españoles Icíar Bollaín y Gabino Diego, y los portugueses Diogo Infante y Ana Padrao encabezan el reparto de la adaptación cinematográfica de ‘La balsa de piedra’, del escritor portugués José Saramago. Portugal, Austria, Navarra, Andalucía y Madrid han sido las localizaciones de este proyecto firmado por el realizador George Sluizer, que cuenta con un presupuesto de 850 millones de pesetas. ‘La balsa de piedra’, cuyo rodaje comenzó el pasado 16 de abril bajo la producción de Sogecine y MGS Films, cuenta como una inmensa falla separa repentinamente la Península Ibérica de Europa y la deja a la deriva en el Océano Atlántico. Sólo unos pocos reciben una señal de que algo va a ocurrir, son: Pedro (Luppi), Joana (Padrao), Joaquim (Infante), José (Diego), María (Bollaín) y el perro Fiel. Los protagonistas del filme, que en estos días ruedan en el madrileño estadio de La Peineta, coincidieron al hablar de la fidelidad de la adaptación realizada por George Sluizer y Yvette Biro, en el carácter metafórico del filme, en la fuerza de los personajes, en la dureza de un rodaje demasiado largo y en el cariño que el realizador siente por los actores.
Federico Luppi, que da vida a Pedro, un viejo farmacéutico que siente como tiembla la tierra, señaló que la edad de su personaje «da la visión más certera de las cosas, ya que lo cotidiano le queda muy lejano». «Todos realizan un viaje iniciático, en el que él es un chaman que al encontrar el sentido de la vida, el amor y el afecto llega a la muerte», añadió este veterano actor. Este intérprete argentino, cada vez más afincado en España, afirmó que ‘La balsa de piedra’ es «una ecuación fantástica para hablar de lo que Saramago cree que es la Península Ibérica: una reserva cultural y humana».
En este sentido, Luppi apuntó que la adaptación es bastante fiel, «no falta nada de los que se plantea en el libro», dijo. Asimismo, este actor subrayó que para él y todo sus compañeros ha sido bastante difícil adoptar el aire filosófico que Saramago da a sus personajes. «El actor tiende a cotidaneizar todo y el cine americano nos tiene acostumbrados a un tiempo muy activo y muy poco contemplativo», señaló, a la vez que reconoció que al leer el guión pensó que tenía entre manos «una película muy hermosa, pero muy difícil de hacer».