Festival Internacional de Artes Escénicas de Panamá
Por Roberto Enrique King
Panamá ya tiene su festival de danza y teatro a partir de la inauguración el pasado 15 de julio del I Festival Internacional de Artes Escénicas (FAE ‘04), un evento que durante siete días congregó en esa capital centroamericana a agrupaciones de seis países, con presentaciones en los teatros Balboa y Anita Villaláz, y talleres y conversatorios en diversos sitios de la ciudad. El FAE ’04, una presentación de la Asociación Cultural AlterArte, núcleo de la Red de Promotores Culturales de Latinoamérica y el Caribe, bajo la producción general de quien suscribe, abrió con el espectáculo Seductive Reasoning, de la compañía Bridgman Packer Dance de Nueva York, cuya participación fue posible gracias al programa Performing Americas que auspician la Red y Arts International. Esta agrupación presentó un novedoso y atractivo trabajo de fusión de danza, video y música, con la participación especial del músico y compositor Robert Een, que fue absolutamente bien recibido por el público.
También estuvieron en territorio canalero los chilenos Marco Antonio de la Parra y León Cohen con una de las obras más representadas en Latinoamérica y el mundo, La secreta obscenidad de cada día, un vigoroso enfrentamiento actoral a través de teatro de texto de la vieja escuela, pero de una riqueza y agudeza que sobrepasa sus limitaciones y logra apoderarse casi por completo de los espectadores, que gozan y meditan ante este improbable encuentro entre un Marx y un Freud decadentes y depravados.
Con menos suerte corrieron los unipersonales teatrales. El colombiano, Mujeres en la guerra, dirigido por Fernando Montes y protagonizado por Carlota Llano, es una adaptación de un exitoso libro que testimonia como han impactado tantos años de guerra interna en la vida de las madres, hijas, esposas de los involucrados en el conflicto. El trabajo adoleció de una protagonista con limitaciones y de una puesta plana que no convenció mucho a público ni a especialistas.
Por su lado, el costarricense Mujer y carnicero, adaptación de dos relatos de Heiner Muller, es un teatro de investigación, que busca romper los códigos dramatúrgicos tradicionales y pretende la participación del público en cuanto a completarlo con su aporte intelectual. Es el primer trabajo del Teatro El Ojo, nuevo proyecto de Juan Fernando Cerdas, conocido internacionalmente por el tándem que formó por años con Rubén Pagura en el otrora Teatro Quetzal. Sin embargo, Flor Urbina, la joven protagonista, no tiene la garra suficiente para sostener totalmente un trabajo tan difícil como este, que resulta interesante, provocativo, pero bastante críptico.
Panamá estuvo representada por el solo de danza contemporánea, Cabanga, creación e interpretación de la bailarina y coreógrafa Milvia Martínez, un trabajo altamente emotivo y de una gran belleza plástica, en la que su protagonista hace gala de un depurado manejo corporal y del espacio y de una técnica realmente muy buena. La Martínez estuvo durante años bailando internacionalmente con el grupo de butho del maestro japonés Min Tanaka y esta es la primera coreografía que realiza en su país.
El cierre estuvo en manos de la compañía mexicana, Delfos, Danza Contemporánea, con el programa Breves instantes, compuesto por coreografías creadas por distintos artistas del colectivo, especie de recuento de las emociones y búsquedas del hombre y la mujer contemporáneos. Un grupo joven, sólido técnicamente, que experimenta, y que goza de una sensibilidad y fuerza escénica que se traduce en momentos y atmósferas acabados que conectan al espectador. Destacaron por su temática, plasticidad y carga emotiva las coreografías Del amor y otras barbaridades y Fractura. Un gran final para un gran esfuerzo.
Es importante destacar, para ayudar a medir el nivel pretendido por los organizadores en esta primera edición, que la internacionalmente destacada agrupación española, Teatro La Zaranda, estuvo hasta último momento programada para inaugurar el Festival con Ni sombra de lo que fuimos, lo que no pudo ser por enfermedad repentina de la única actriz del colectivo, lo que le impidió viajar.
Pero el FAE ’04 no sólo fue representaciones artísticas. Cada grupo invitado contribuyó también con su aporte a las actividades especiales y formativas, lo que se tradujo en la realización de los talleres La Voz Intima, a cargo del ya mencionado cantante y músico estadounidense, Roberto Een; dos talleres para bailarines y estudiantes de danza, respectivamente, llevados por Art Bridgman y Myrna Packer y una clase maestra para profesionales bajo la conducción de uno de los directores de Delfos, Victor Manuel Ruiz, agrupación que también aprovechó para hacer audiciones para la Escuela Profesional de Danza Contemporánea de Mazatlán, que dirigen en México.
También se llevó a cabo la presentación del libro, Espectáculos escénicos, producción y difusión, un recién publicado y valioso documento/manual sobre el tema, de la productora mexicana Marisa De León, quien estuvo en el festival como gerente de gira de la compañía Bridgman Packer Dance, y se realizaron conversatorios con los grupos colombiano, chileno y costarricense, y con la bailarina panameña Milvia Martínez.
El FAE ’04 tendrá carácter bienal, por lo que tiene prevista su próxima edición para verano de 2006. Toda la información del evento puede ser vista en www.alterarte.org