F.M. Alexander
O «dejar de hacer para comenzar a hacer de otra forma»
Se olvida que la Técnica Alexander, comenzó como una búsqueda de comprensión y de respuestas prácticas a un problema vocal. Hoy en día es ampliamente aplicada en las artes escénicas, la música y actividades de la vida cotidiana como una herramienta de reeducación psico-física. Es una posibilidad para dar respuesta a hábitos como los expuestos la semana anterior en esta columna bajo el título «Parecer».
F.M. Alexander (Tasmania, Australia, 1869) fue un bebé prematuro. En su infancia padeció asma y dificultades respiratorias que le obligaron a dejar la escuela. Esto le permitió pasar mucho tiempo ayudando a su padre en el negocio familiar de caballos. Se convirtió en un experto en el adiestramiento ecuestre y desarrolló una sensibilidad especial para el tacto y una afinada observación. Junto a su inconformidad, que no le permitía creerse nada hasta experimentarlo, el sentido del tacto y la observación resultarían ser elementos claves para el desarrollo de la técnica que llevaría su nombre.
A los 20 años se traslada a Melbourne para formarse como actor. Especializado en recitales de Shakespeare rápidamente comienza a ser reconocido por sus admirables cualidades cuando sufre una afonía que le retira de la escena. Comprende que debía ser algo que hacía cuando recitaba lo que le provocaba la afonía, ya que en la vida cotidiana no perdía la voz. La capacidad de observación de los pequeños gestos y acciones físicas en la ejecución de una actividad, desarrollada en el adiestramiento de caballos, le permite descubrir que el problema no está en el aparato fonador sino en la manera que usa su cuerpo en escena y en menor grado también en su vida cotidiana.
Tras muchos años de investigación sobre sí mismo vuelve a los escenarios y tanto actores como médicos se interesan por su técnica animándole a enseñarla. Desarrolló una técnica dirigida a alterar la reacción del individuo a los estímulos del ambiente y inhibir los patrones de movimiento instaurados para re-aprender otros usos más naturales de la musculatura. Su técnica podía ser aplicada a todo al abanico de actividades humanas incluyendo tanto procesos de pensamiento como procesos que involucraran actividad muscular.
Su vida transcurre entre Nueva York y Londres donde, en 1931, funda la primera escuela de Técnica Alexander. Para comprender el alcance del trabajo personal que realizó sobre sí mismo basta recordar que a la edad de 75 años sufre una parálisis cerebral que deja la mitad de su cuerpo inutilizado. Los médicos no ven una recuperación y, sin embargo, a los pocos meses Alexander, gracias a haber dedicado toda su vida a una técnica que le permitía tener control sobre sí mismo, Alexander vuelve a recuperar su movilidad. Se mantuvo enseñando hasta dos semanas antes de su muerte a la edad de 86 años.
En las cuatro últimas décadas muchos profesionales han resituado de nuevo la Técnica Alexander dentro de un marco de formación vocal. En Inglaterra Ron Murdoch combina el abordaje respiratorio de Alexander junto a su labor de profesor de voz en diferentes escuelas de arte dramático y Alan Mars aúna la técnica con la PNL (Programación Neurolingüística) en cursos y consultas individuales. A nosotros nos ha llegado de la mano de Michael McCallion con su libro «The Voice Book». Un título indispensable para cualquier actor y profesor de voz. En parte, se lo debemos agradecer a José Luis Gómez, el aquel entonces director del Teatro Nacional, con quién, en 1982, Michael McCallion estuvo trabajando. Gómez le pidió si podía escribir una versión simplificada del trabajo que había llevado a cabo con la compañía.
No me deja de alegrar el descubrir como personas que ante la falta de respuestas satisfactorias para su situación buscan, investigan, se salen de lo conocido y crean nuevos caminos. Una herencia a agradecer. En el artículo «La vida siempre encuentra caminos» hablé sobre alguno de ellos. Son una referente para mí.