El escritor y académico de la Real Academia Española Francisco Nieva, acaba de publicar sus memorias ‘Las cosas como fueron’, un relato escrito «con una punta de impudor» con el que el autor ha querido ser «lo más sincero posible» y no hacer un testimonio «protocolario». Más de tres años ha llevado a Francisco Nieva la redacción de estas memorias, sugeridas por la editorial Espasa Calpe, que su autor confiesa haber escrito «con un poco de miedo» pensando que le iban a echar de la Academia. Sus amigos y colegas académicos Carlos Bousoño y Pere Gimferrer se han aproximado a ellas y, por el contrario, se han entusiasmado, dijo el escritor.
Resucitar sus viejos recuerdos con mucho detalle ha supuesto para Francisco Nieva «casi un dolor en algunos momentos». «Me ha costado mucho trabajo pero no me ha preocupado que pudieran causar polémica o escándalo», afirmó.
La influencia de su madre (una mujer a la que Nieva califica de «posesiva, vehemente y angustiada» y por la que siente un «agradecimiento matizado») ha influído mucho en su vida, una circunstancia que, por otra parte, el autor considera muy corriente y que ya manifestaron el propio Goethe o Shopenhauer.
Sin embargo, Francisco Nieva recuerda que tanto ella como su padre le infundieron amor por la lectura y el teatro, «especialmente mi padre a quien admiraba profundamente porque había demostrado tener un gran talento al escribir o dirigir una comedia», señaló. La figura paterna, a la que realmente descubrió tras su muerte y hacia quien se siente muy cercano, le deslumbró de niño.
La pintura es una vocación frustrada del académico. «Me desengañé de ella en el ambiente altamente competitivo de París y Viena. No he conseguido lo que quería pero he seguido practicándola, especialmente el dibujo de la que he hecho doce grabados que tengo mezclados en los pasillos de la Academia junto a los de Goya, un honor que debo a mi amigo Víctor García de la Concha», confesó.
Con el paso de los años la visión de la vida ha cambiado mucho para Nieva. «He tenido siempre una sensación un poco acerba. Las cosas desagradables han sido más numerosas que las agradables, pero también tengo la satisfacción de haber tocado el éxito en muchas ocasiones y eso ha sido un gran consuelo, aunque es algo que dura muy poco», dijo.
El hecho de que reconozca que la mayor parte de sus mejores obras están basadas en una fijación erótica es algo que, en su opinión, le pasa a la mayoría de los artistas, aunque no lo reconozcan. «Este tipo de obsesiones son muy frecuentes y no son del todo invención, si no no se podría escribir», manifestó.
Estas memorias, dijo el académico, no le han ayudado a encontrarme a mí mismo: «Ya me había encontrado y no me gustaba cómo era. Ahora con 77 años me siento un poco más conforme pero, sin duda alguna, he sentido un autodesprecio que no es conveniente aunque así me ha ocurrido», señaló.
Como dramaturgo, Francisco Nieva considera que el tiempo le ha hecho justicia en España, donde hubo una época en la que su teatro fue despreciado. «Me querían dar ahora en Valencia el Max de Teatro a toda una trayectoria pero tengo tanto trabajo que no puedo desplazarme hasta Valencia para recogerlo. Tendrá que ser en otra ocasión. Sin embargo, siento que ese reconocimiento oficial lo he tenido con creces en España, en mi pueblo, en muchos sitios».
Francisco Nieva, que actualmente está embarcado en la puesta en escena de ‘El manuscrito encontrado en Zaragoza’, para el Centro Dramático Nacional, confesó llevarse «muchos berrinches» con los estrenos de teatro. «Es un trago esto de estrenar, aunque reconozco que tengo mucha sangre fría pero esta vez será emocionante porque es la primera que estrenamos mi hermano (responsable de la música) y yo en Madrid». A pesar de todo, la literatura sigue presente en su vida y ya tiene terminada otra novela, ‘La mutación del primo mentiroso’ («traslaciones idealizadas de muchas cosas que he vivido»), en donde aparecen muchos rasgos de las memorias que ahora salen a la luz porque ambas están escritas casi al mismo tiempo.
